Los barones del PSOE dejan vía libre a Sánchez para pactar con el secesionismo
ESPAÑA
Sánchez les ha restado autoridad y se ha blindado frente a los desafíos internos en el partido
15 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El catalán Miquel Iceta es el único dirigente territorial con influencia sobre el líder del PSOE
Los líderes territoriales no han criticado el traspaso de la Seguridad Social al País Vasco
«Yo para Reyes, lo que no quiero, como no quiere ningún español, es vaselina». El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, se refería así el pasado 11 de diciembre a las negociaciones emprendidas por Pedro Sánchez con los independentistas de ERC para sacar adelante su investidura. Tres meses después de la advertencia de uno de los principales dirigentes regionales, y de las de otros señalados barones socialistas como el aragonés Javier Lambán o el extremeño Guillermo Fernández Vara, y pese a los acuerdos alcanzados finalmente con los secesionistas, ha desaparecido no solo la voz crítica de los presidentes autonómicos del PSOE, sino la de todos los dirigentes territoriales, incluida la andaluza Susana Díaz, en todo lo que afecta a los pactos con los secesionistas y nacionalistas y la apertura de un diálogo bilateral entre el Gobierno y la Generalitat.
Al servicio del Gobierno
La limpieza de Sánchez. La purga realizada por Pedro Sánchez en la dirección socialista una vez que recuperó la secretaría general tras haber sido despojado de ella por una rebelión interna en el seno de su propia ejecutiva, ha convertido al PSOE en un partido con un poder fuertemente centralizado, con un liderazgo casi absoluto del secretario general y al servicio de la estrategia de un Gobierno de coalición en el que participa Unidas Podemos, rival electoral de los socialistas en todos los territorios. Un modelo que acaba definitivamente con el de finales de los años 90, cuando los barones socialistas actuaban como contrapeso de la dirección nacional haciendo valer su fuerte implantación territorial en la toma de decisiones.
El poder de Iceta
Críticas a Lambán y Page. Pese a los intentos de establecer líneas rojas a Sánchez en sus negociaciones con los independentistas para garantizarse la estabilidad, en Ferraz no han preocupado nunca las advertencias de los barones expresadas públicamente a través de los medios sobre posibles agravios a otros territorios si se cedía ante las exigencias de los secesionistas. La seguridad del líder del PSOE se basa en el hecho de que tiene garantizada una clara mayoría en la ejecutiva y en el comité federal en caso de que se le planteara otro desafío interno. Al contario, el único barón regional con poder e influencia sobre Sánchez es ahora mismo el primer secretario de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, que deslegitimó públicamente a Page y Lambán cuando alzaron la voz frente al independentismo a primeros de diciembre. Iceta dijo entonces que las declaraciones públicas de estos barones eran «inoportunas», solo conseguían complicar el proceso de diálogo iniciado con los independentistas de ERC y no parecían «propias de presidentes de una comunidad autónoma». Unas declaraciones que no fueron rectificadas desde Ferraz.
Mesa con el secesionismo
Sin voces críticas. Ante la evidencia de que Sánchez actúa sin tenerlos en cuenta, los barones no solo han acabado aceptando y respaldando el acuerdo con ERC para que Sánchez fuera investido en enero con la abstención de los republicanos y la de EH Bildu y el voto a favor del PNV a cambio de concesiones al País Vasco. Esa posición de sumisión a la hoja de ruta marcada desde el Gobierno con el respaldo de Unidas Podemos se puso de manifiesto en el comité federal celebrado el 15 de febrero en el que se aceptó sin votos críticos la apertura de una mesa de negociación bilateral entre el Ejecutivo y la Generalitat en la que se partía de la premisa de la existencia de un «conflicto político» en Cataluña y en la que no se vetaba la reivindicación del derecho de autodeterminación.
Cambio en los estatutos
Más poder para Sánchez. Si el control sobre el partido ya era grande, Sánchez lo amplió en ese comité federal. En ese cónclave se aprobó por unanimidad y con todos los dirigentes socialistas puestos en pie un nuevo Reglamento de Desarrollo de los Estatutos en el que se resta autoridad a los barones y a los órganos intermedios, incluido el comité federal, y se otorga más poder al secretario general. El otro cambio fundamental afecta al procedimiento para que el líder del partido pueda ser depuesto. Hasta ahora, bastaba que la mitad más uno de la ejecutiva apoyara la destitución o que el comité federal aprobara una moción de censura, como ocurrió en octubre del 2016. Con las nuevas normas, cualquier intento de revocar el mandato de secretario general deberá ser refrendado por las bases en una consulta, aunque la mayoría de la ejecutiva y el comité federal le retiraran su confianza. La andaluza Susana Díaz, principal impulsora de aquella rebelión contra Sánchez por su intento de pactar con los independentistas, no pone ahora objeciones, una vez que fue desalojada de la Junta de Andalucía. Esa posición le garantiza una tregua en la guerra entre susanistas y sanchistas por controlar la organización en Andalucía.
Cataluña y País Vasco
Seguridad Social y autonomía fiscal. La última muestra de la cesión de los barones ante Sánchez ha sido su silencio ante el traspaso al País Vasco de la gestión a la Seguridad Social, una reivindicación histórica de los nacionalistas vascos que siempre fue rechazada por el PSOE por considerar que era el primer paso para la ruptura de la caja única. Y tampoco hubo rebelión por parte de los barones por el documento que Sánchez entregó personalmente al presidente catalán, Joaquim Torra, en vísperas de la negociación de los Presupuestos, con 44 puntos en los que ente otras cuestiones se ofrece a Cataluña «autonomía financiera y tributaria» y se plantea un fuerte incremento de las inversiones del Estado en esa comunidad, que necesariamente irá en detrimento de otras autonomías. El último intento de García Page de mostrar independencia frente al Gobierno en la gestión de la crisis del coronavirus fue cortado por Sánchez. El líder castellanomanchego pretendía mantener abiertos los colegios y admitió que se enteró «por televisión» de que el Gobierno decretaba el cierre de las escuelas.