El desafío secesionista, las elecciones y la pandemia han sido las excusas esgrimidas desde el 2015 por Rajoy y Sánchez para no convocar la principal cita parlamentaria del año
08 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El año llega a su fin y el Gobierno no parece tener intención de convocar el debate sobre el estado de la nación por sexto año consecutivo. El último se remonta al 2015, con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno y Pedro Sánchez en el papel de líder de la oposición.
Hasta entonces, no se había celebrado en 1986, 1990, 1993, 1996, 2000, 2004, 2008 y 2012 porque esos años se convocaron elecciones generales. Era la gran cita parlamentaria del año, aunque su formato no se recoge en el reglamento del Congreso y depende en exclusiva de la voluntad del presidente del Gobierno. Desde que Felipe González lo convocase por primera vez en 1983, no hubo excepciones, salvo en los años con elecciones generales, porque se entendía que el debate de investidura lo suplía.
Sin embargo, los motivos esgrimidos en los últimos años para no llevar a la práctica este clásico nada tienen que ver con las urnas. En el 2017, el desafío independentista y la declaración unilateral de independencia por parte del Ejecutivo de la Generalitat de Cataluña aconsejaron a Mariano Rajoy no convocarlo; en el 2018, la razón esgrimida fue la moción de censura, que desalojó al líder del PP de la Moncloa. En el 2019, ya con Pedro Sánchez en la presidencia del Gobierno, se volvieron a convocar elecciones por partida doble; y el pasado año, estalló la pandemia por coronavirus, que paralizó la vida parlamentaria con la excepción de los asuntos referidos a la crisis sanitaria.
Este año, el Gobierno podría haber rescatado al debate del ostracismo, pero Sánchez no lo ha creído conveniente. La Moncloa no ha dado una razón convincente, pero todo apunta a que el presidente del Gobierno no quiere someter a más test de estrés de los imprescindibles a su compleja mayoría parlamentaria ni quiere brindar a Pablo Casado la oportunidad de que se le visibilice como la alternativa en un momento en que las encuestas electorales sonríen al jefe de la oposición.
23 debates
El argumento oficial es que Sánchez rindió cuentas cada quince días en el Congreso en los peores momentos de la pandemia por coronavirus y que ha comparecido en más ocasiones ante el pleno del Congreso que todos los presidentes anteriores. Si Sánchez no cambia de opinión, y no parece que vaya a hacerlo, será el único presidente del Gobierno que desde hace 38 años no convoca sin razones electorales o de fuerza mayor el debate sobre el estado de la nación. Hasta el 2015, se han convocado 23 debates. Felipe González (1982-1996) lo hizo en nueve ocasiones; José María Aznar (1996-2004), en seis; José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), en cinco; y Mariano Rajoy (2011-2017), en tres.
Ciudadanos presentó la semana pasada en el Congreso una iniciativa para convertir este debate en una cita anual obligatoria, y que ningún presidente pueda saltárselo, pero tiene muy pocos visos de prosperar. El PP, a pesar de que con los Gobiernos de Rajoy no lo convocó en el 2017 o el 2018, también reclama un día sí y otro también su celebración. El partido opositor considera que Pablo Casado tiene mucho que ganar y poco que perder en ese duelo parlamentario.
El escenario político desde la última vez que se celebró, el 24 y 25 de febrero del 2015, distaba tanto del actual que ni siquiera Unidas Podemos y Ciudadanos tenían presencia en el Congreso. Sus líderes de entonces, Pablo Iglesias y Albert Rivera, ambos ya retirados de la política, no tuvieron la oportunidad de medirse con el presidente del Gobierno en el formato del debate sobre el estado de la nación. Vox, hoy el tercer grupo parlamentario, no contaba con un solo escaño. Los independentistas tampoco jugaban un papel tan principal como el que desempeñan ahora.
Balance político general
Los debates realizados desde 1983 han dado un repaso a la situación política general del momento. La OTAN y la corrupción, por ejemplo, protagonizaron los primeros debates con González como presidente, sumando al de 1995 el debate sobre los GAL. Con Aznar en la Moncloa, la guerra de Irak y el terrorismo —incluyendo el proceso de negociación con ETA— se adueñaron de la mayoría de los debates; mientras que la crisis económica destacó por encima del resto de asuntos tratados en los que protagonizó José Luis Rodríguez Zapatero. En los tres debates celebrados con Rajoy al frente del Gobierno, la corrupción en el PP fue el eje sobre el que giró la discusión. La trama Gürtel, que hoy acumula 69 condenados, estalló en el 2009, dos años antes de su llegada al poder.
Ahora, el debate político gira sobre otros ejes. Las alianzas del Gobierno con fuerzas independentistas y la recuperación económica están en el centro del tablero. Pero la diferencia principal quizás sea el clima envenenado que anega todo el debate político.
Las valoraciones posteriores que hace el CIS y otras empresas demoscópicas constatan que el presidente del Gobierno suele salir casi siempre victorioso en estos duelos parlamentarios. Pero en estos momentos, Sánchez en absoluto tiene garantizado ese triunfo. Tiene enfrente una oposición crecida por sus buenas expectativas electorales y mantiene unas relaciones convulsas con sus aliados.