Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo protagonizan en el Senado un duelo de tono duro, pero teñido de toques de humor, que pone en marcha la maquinaria electoral de cara a las generales de finales de año
31 ene 2023 . Actualizado a las 21:11 h.Subió Pedro Sánchez a la tribuna del Senado y se fue cinco años atrás para coger carrerilla. Nos comparó con los que éramos hace un lustro y aseguró con vehemencia que salimos ganando los de ahora porque, según el CIS, ya no nos preocupan la independencia de Cataluña ni la corrupción. Empezó adusto, casi profesoral (a eso los gurús lo llaman, en cursi, «hacer pedagogía»). Entre cifra y cifra, bromeó sobre la «conspiración judeo-bolivariana para convertir a España en una dictadura colectivista» y anunció solemne que en el terreno económico «nuestro camino es Alemania», lo que nos hizo imaginar a Mariano Rajoy entre bastidores recitando su hit mundialístico «Alemania es Alemania».
Las maderas del Senado lucen un tono claro que le da a los escaños un aire como de mueble de Ikea recién armado por los ujieres. Entre esa atmósfera de hogar nórdico y las docenas de senadores que han encontrado en la Cámara Alta su hogar del jubilado, todo invita allí al sosiego, aunque solo sea por contraste con el Congreso, donde los barnices oscuros y los balazos de Tejero en los techos lo convierten en un escenario natural para la bronca. Pero desde abril, este Senado es el OK Corral de los duelos entre el líder de la oposición y el presidente del Gobierno, así que Feijoo, tras el tanteo inicial de un Sánchez amarrón, salió al estrado con todo contra «la mitología sanchista».
Le reprochó con dureza los que calificó de ataques «contra el Estado autonómico», exigió «respeto por la España real» frente a «la realidad de Tezanos» y puso sobre el atril los 1,5 billones de euros de deuda pública para censurar una gestión económica que, a juicio del PP, ha hecho de España «el último de la clase de la UE». «Insulta a los españoles y les sube los impuestos», resumió un Feijoo muy combativo arropado por la grada de animación del PP, mucho más entregada este martes que la bancada socialista.
Regresó airado Pedro Sánchez al atril. Aparcó las gráficas del PIB y arremetió contra «la respuesta neoliberal a la crisis del 2008». El líder socialista incluso recuperó la dicotomía entre «los de arriba y los de abajo», que esgrimió Pablo Iglesias durante su efímero paso por la vicepresidencia, para afear a las grandes empresas que los bonus millonarios se queden en los despachos de los consejeros delegados y los beneficios no lleguen a los reponedores. Fue directo al choque y hasta ironizó con la alineación de un futuro Gobierno del PP: Rodrigo Rato como ministro de Economía, Eduardo Zaplana para la cartera de Trabajo y Jaume Matas al frente del Ministerio de Transición Ecológica. «Destreza y honradez», glosó.
Más humor y menos papeles
En las réplicas, arrumbaron los papeles y tiraron más de humor que de porcentajes para las embestidas. Amainó así el fuego cruzado. «Ni siquiera se acuerda de sus nombres», apostó Feijoo sobre los 40 ministros destituidos desde el 2019. «Esta es una oposición de chascarrillos», se revolvió Sánchez en el estrado.
En el Senado, a la hora de la siesta, arrancó este martes —si es que no empezó ya en el 2019— la precampaña interminable.