Un vecino de los ocho niños de Colmenar asegura que una pequeña intentó arrojarse al vacío al no soportar el encierro
ESPAÑA
El juzgado le ha retirado la patria potestad a los padres de los menores que vivían encerrados en una sola estancia y en condiciones de insalubridad extrema. Los niños se encuentran en un centro de acogida de la Comunidad de Madrid
10 abr 2023 . Actualizado a las 13:10 h.Malnutridos, los ochos hijos de un matrimonio de Colmenar Viejo, Madrid, vivían en una pocilga. Recibían frecuentes castigos corporales, estaban confinados en un patio, a la intemperie, como si estuvieran hacinados en una perrera. Además faltaban mucho a clase. La Guardia Civil detuvo a los padres -él, médico, de 45 años; ella de 44-, y los mandó al juzgado, que ha ordenado su puesta en libertad bajo medidas cautelares.
Los críos, con edades comprendidas entre los 4 y los 14 años, se encuentran un centro de acogida de la Comunidad de Madrid. La autoridad judicial ha retirado la patria potestad a los padres, sobre los que pesa una orden de alejamiento de sus hijos.
Cuando los agentes del instituto armado entraron el 28 de marzo en la vivienda, un chalet situado en el número 48 de la calle Clara Campoamor del municipio madrileño, quedaron horrorizados. La inmundicia era extrema. De no haber sido advertidos, los guardias civiles hubieran creído que aquello eran los despojos de una víctima del síndrome de Diógenes.
Hace unos días, los menores, que pasaban mucho tiempo recluidos en un patio, intentaron quemar la valla. Un vecino asegura incluso que una niña intentó arrojarse al vacío al no soportar el encierro. «Los menores, cuando fueron interrogados, no hablaron», apunta una fuente de la investigación, que sostiene que estaban aleccionados para guardar silencio. Pese a que los chicos dormían en una sola habitación, el chalet es espacioso: dispone de unos 250 metros cuadrados, tres plantas, otros tantos baños, garaje, trastero, y un jardín comunitario, según confirmaron los vecinos. Una denuncia que ponía en evidencia el maltrato que sufría uno de los menores puso en alerta a la Guardia Civil. En coordinación con la Fiscalía, los agentes indagaron sobre la vida de los padres y los menores, y lo que descubrieron les hizo sospechar. Ya pegara el sol o lloviera, la progenie pasaba «horas y horas» en el patio. Las persianas estaban bajadas todo el día y se oía mucho ruido por la noche. Los profesores estaban al tanto del alto índice de absentismo escolar de los críos, que el padre, dada su condición de médico, disculpaba con motivos de salud.
Las pruebas recogidas eran tan determinantes que el Juzgado de Instrucción número 1 dio autorizó la entrada y registro del domicilio. «De los dos baños existentes, solo uno de ellos era utilizado, encontrándose sucio y lleno de enseres. La cocina presentaba un aspecto deplorable, sin limpiar y en una situación sanitaria pésima. Los ocho menores malvivían en una habitación, tenían prohibido pisar el salón», aduce la Guardia Civil en una nota de prensa.
En una de las habitaciones se halló mucho material médico como uniformes, batas, mascarillas, gasas, medicamentos y guantes, entre otros objetos. El detenido fue incapaz de justificar la posesión de todo aquello, por lo que sobre él recae la sospecha de un delito de hurto. Pese a las deplorables condiciones higiénico-sanitarias, nada hace pensar que algunos de los cónyuges presente problemas de salud mental, según los investigadores.
Sin vida social
Nadie hablaba nunca con ellos y rehuían el contacto social. No es extraño que para gran parte del vecindario lo ocurrido haya sido una sorpresa. El hombre no llamaba la atención, aunque tenía un temperamento algo reservado. Apenas salía de la casa para coger el coche y acudir a su puesto de trabajo y regresar al domicilio. Así durante 13 años, los que la familia llevaba ocupando la casa en régimen de alquiler.
La investigación judicial ha corroborado «una grave situación de desamparo» y de violencia doméstica, presuntamente ejercida por el padre, que es médico en un hospital madrileño y que probablemente ha sometido a la mujer a violencia de género. De acuerdo con el testimonio de los uno de los vecinos, en las pocas veces que las persianas estaban levantadas, se podía atisbar la existencia de numerosas literas donde dormían los hijos. «Estaban siempre solos», dice un vecino, que sospechaba algo anómalo en aquella casa, pero no que los menores estuvieran sometidos a un régimen casi carcelario. La madre tenía el pelo blanco y llevaba una indumentaria descuidada. Siempre se la veía en chándal y era la que se encargaba de llevar a los niños al colegio. Algunos de los residentes en la zona no descartan que estuviera otra vez embarazada. La urbanización tiene una piscina, aunque los chavales nunca hacían uso de ella. Salvo el despacho del padre, casi todas las estancias estaban sucias y sumidas en un caos de trastos.
A los progenitores detenidos se les atribuyen delitos de maltrato, contra los derechos y deberes familiares y obstrucción a la justicia. Además al varón también se le achacan delitos de violencia de género y hurto.