México supedita la reconciliación a negociar una «ceremonia de desagravio»
28 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.A solo cuatro días del traspaso de poderes y con manifestaciones en Ciudad de México que lo acusan de encubrir al Ejército por la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa hace una década, el presidente saliente del país azteca aprovechó esta cuenta atrás para ahondar en la crisis diplomática abierta con España.
Después de que su sucesora, Claudia Sheinbaum, no invitara al rey a su investidura, el próximo martes, por no disculparse por la conquista hace 500 años y tras la consecuente negativa del Gobierno español a participar «a ningún nivel» en la ceremonia, Andrés Manuel López Obrador escaló ayer el conflicto. El mexicano criticó las declaraciones de Pedro Sánchez en las que este atribuía a un «interés político» el veto al monarca en la toma de posesión de la primera mujer que presidirá el país. «Está insinuando que fue una decisión que yo tomé, como si la presidenta [electa] de México fuese manipulable; es una falta de respeto adicional», apuntó. «Claro que fue una decisión política», pero adoptada exclusivamente por la futura mandataria, añadió.
Su ministra de Exteriores, Alicia Bárcena, informó que, durante esta semana de alto nivel de la ONU en Nueva York, mantuvo contactos con Sánchez y con el jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, y que las relaciones son «excelentes», pero supeditó la reconciliación entre ambos Estados a la negociación de una «ceremonia de desagravio» para aparcar las discrepancias históricas. La canciller mexicana confió en que hay margen para que los dos países se «pongan de acuerdo» y en que una reunión futura les permitirá «salir de la situación» actual.
Todavía en Nueva York, Albares, que evitó valorar la propuesta de Bárcena, dijo que quiere mantener «las mejores relaciones con un pueblo hermano como es México» e insistió en defender el papel imprescindible del rey: «Quiero ser muy claro, que a nadie le quepa duda, con México o con cualquier otro país del mundo, mientras yo sea ministro de Asuntos Exteriores, la política exterior de España defenderá siempre, siempre a nuestras instituciones, empezando por la más alta, la Jefatura del Estado».
Dos notas verbales y una llamada
El ministro confirmó, como publicó este viernes El País, que se quejó formalmente el pasado martes a México por excluir a Felipe VI de la investidura de Sheinbaum. Una queja que trasladó por partida doble. El embajador mexicano en Madrid, Quirino Ordaz, fue convocado para hacerle llegar una nota verbal al respecto, y el embajador español en México, Juan Duarte, acudió personalmente a la Cancillería para entregar otra nota verbal. El texto de ambas recordaba que el monarca «asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales» y que este había asistido a todas las tomas de posesión de los dirigentes mexicanos, incluido la de López Obrador. «Agotados todos los cauces para transmitir respetuosamente» que debía acudir el rey, Exteriores notificaba que «no habrá ninguna representación» española.
Entre los cauces usados por la Moncloa destaca un penúltimo intento, una llamada telefónica que le hizo Sánchez a Sheinbaum el pasado lunes para tratar este asunto, y que solo trascendió porque la mexicana la citó en el comunicado que compartió en redes sociales el miércoles. El socialista eludió, en cambio, dar detalles sobre la misma por «discreción».