El rey pide mantener la serenidad en la contienda política

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

ATLAS TV

El jefe del Estado critica en su tradicional mensaje de Navidad la lucha partidista «atronadora» que «niega la existencia de un espacio compartido»

25 dic 2024 . Actualizado a las 19:13 h.

El tradicional discurso de Navidad de Felipe VI estuvo marcado por las consecuencias de la dana que asoló buena parte de la Comunidad Valenciana el pasado 29 de octubre. El monarca dedicó a esta cuestión el arranque de su alocución y también el momento final del discurso. «Hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones», dijo el rey, aludiendo así a las protestas ciudadanas por la falta de coordinación a la hora de prevenir la catástrofe y también a la lentitud en las tareas de reconstrucción y la llegada de las ayudad públicas.

«Todas esas emociones, las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan, surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común», indicó en su alocución, que este año se grabó en el Palacio Real y no en de la Zarzuela, como suele ser habitual.

Solicitó que las ayudas lleguen a todos los que la necesitan «cuanto antes» porque «cuanto antes lo consigamos más reforzaremos nuestro sentido de comunidad, nuestro sentimiento de país». «La memoria del camino recorrido, la confianza en el presente y la esperanza en el futuro son una parte ineludible, acaso la más valiosa, pero también la más delicada, de nuestro bien común», insistió.

El eje de su discurso fue en esta y en el resto de cuestiones la defensa de «bien común» como una exigencia a todos los representantes políticos. Definió el significado de ese bien común como «una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos nos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo».

«Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las administraciones públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política», aseveró. Hizo por ello un llamamiento a las administraciones del Estado para que «serenen» el debate, cesen la lucha partidista, que calificó de legítima «pero en ocasiones atronadora», y para que cooperen en esa defensa del «bien común».

Desconfianza en la democracia

Lo contrario, explicó, alimentará la desconfianza en nuestro sistema democrático, que arrastra síntomas de corrosión por la crispación del debate público que algunos aprovechan para enarbolar discursos en contra del Estado. «El consenso en torno a lo esencial debe orientar siempre la esfera de lo público», aseguró don Felipe, añadiendo que esa es la manera de «impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido».

El rey enlazó esa reflexión con una defensa del espíritu de consenso surgido de la Constitución de 1978 y que debe seguir vigente. Aseguró que a pesar del tiempo transcurrido desde su aprobación la concordia nacida de la Carta Magna «sigue siendo nuestro gran cimiento». «Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad», afirmó el monarca, que aseguró que la forma de proteger ese «pacto de convivencia» es el diálogo.

Ese diálogo es el que debe siempre «nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado». Como en todos sus discursos de Navidad, don Felipe hizo una llamada a la unidad e indicó que no se debe permitir «que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía».

En una intervención muy pegada a la realidad, se refirió al problema de la inmigración que puede acabar derivando en «tensiones que erosionen la cohesión social». Instó por el contrario a redoblar el «esfuerzo de integración» así como el respeto «de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece».

Otro de problemas a los que se refirió en su mensaje fue el de las dificultades para el acceso a la vivienda. Invitó en este sentido a que «todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros» y a que se examinen «las distintas opciones y que sea ese diálogo el que conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles».

En el capítulo internacional, el rey se refirió al escenario exterior «cada vez más complejo y cambiante e incluso convulso» donde las «democracias liberales» se ven amenazadas. Abogó porque España y el resto de países de la Unión Europea sigan «defendiendo con convicción y con firmeza las bases de la democracia liberal». Europa, dijo, «es una parte esencial de nuestra identidad compartida» y también la «referencia más valiosa».

«Me lo habéis oído decir muchas veces y me gustaría volver a repetirlo: España es un gran país. Una nación con una historia portentosa, pese a sus capítulos oscuros, y modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas víctimas causó», señaló don Felipe.

Un escenario con una única foto de la tragedia de la dana en Valencia

El Palacio Real y no el de la Zarzuela, como es habitual, fue el escenario que Felipe VI ha escogido este año para su tradicional mensaje navideño, un lugar que solo había acogido otro de los discursos de Nochebuena que ha pronunciado durante su reinado, del que este año se celebra precisamente el décimo aniversario.

El jefe del Estado se dirigió a la ciudadanía desde el Salón de Columnas, decorado con un árbol de Navidad, un belén y una sola fotografía: una imagen de afectados por la dana, militares y voluntarios recogiendo lodo en Paiporta (Valencia).

Un ejemplar facsímil la Constitución junto a la fotografía de la tragedia de la dana, además de la decoración navideña y las banderas de España y la Unión Europea, son los únicos elementos que se han situado en la escenografía del décimo mensaje navideño de rey.