
Preparan el terreno para no apoyar la reducción de jornada
04 may 2025 . Actualizado a las 22:17 h.Junts está dando las últimas puntillas al guion de lo que será su próximo órdago al Gobierno. Sin margen de acción en Cataluña, condenados a hacer política desde la oposición, con la amnistía cada vez más lejos, Carles Puigdemont concentra la artillería en el Congreso, donde sus siete diputados siguen siendo tan claves como el primer día para el devenir de la legislatura.
Abortada la cuestión de confianza que lanzó el de Waterloo en enero, Pedro Sánchez sabe bien por dónde vendrán los tiros esta vez. Si en marzo sus socios de investidura pudieron sacar tajada arrancando del Gobierno una de sus principales demandas, la delegación de las competencias de inmigración, ahora se prepara para tumbar la reducción de la jornada laboral.
La portavoz del grupo en Madrid, Míriam Nogueras, ha recibido instrucciones precisas para torpedear la semana de 37,5 horas que impulsa la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. A diferencia del traspaso de inmigración, medida con la que los separatistas pretenden contrarrestar el ascenso de una Aliança Catalana imparable en las encuestas, la jornada laboral entronca con el ideario económico más clásico de los posconvergentes, aliados históricos del empresariado catalán.
Enmienda total o parcial
A priori, los separatistas basculan entre lanzar una enmienda a la totalidad a la reducción de la jornada laboral de Díaz o permitir la tramitación parlamentaria, para enmendarla después. En la patronal catalana Foment del Treball dan por hecho que el plato estrella de Díaz será incapaz de superar el filtro del Congreso, tal y como está planteado.
Los empresarios acaban de romper su idilio con el PSC de Illa, tras ceder este a las exigencias de Esquerra y los comunes en materia de vivienda y fiscalidad. Hace apenas unos días, su presidente, Josep Sánchez Llibre, arremetió contra los socialistas, acusándolos de «traer miseria» y cometer el «peor atentado a la propiedad privada en democracia». El exdirigente de la extinta CiU viene empleándose a fondo en los últimos meses para recomponer las relaciones con los nacionalistas catalanes, muy maltrechas por el procés. Los viajes a Waterloo son constantes y la sintonía que exhiben, casi total.