La bronca de las víctimas a Mazón marca el sentido funeral de Estado en Valencia: «¡Que no te queremos los valencianos!»

Carlos Peralta
Carlos Peralta LA VOZ EN VALENCIA

ESPAÑA

CARLOS PERALTA

Varios asistentes increparon al presidente autonómico a su entrada al acto solemne. El rey Felipe VI urgió a «seguir analizando las causas y circunstancias de la tragedia». Andrea Ferrari, que perdió a su madre en Ribarroja, pidió que «prevalezca la verdad» y Virginia Ruiz, cuyo primo murió en Letur, señaló que «quien omite su deber, comete el acto primigenio que deriva en sus muertes»

30 oct 2025 . Actualizado a las 12:06 h.

El funeral de Estado en recuerdo de las 237 víctimas mortales de la dana —229 en Valencia, seis en Letur, Albacete, una en Mira, Cuenca, y otra en Málaga— comenzó con altos niveles de tensión y crispación, fruto de los gritos y reproches a Carlos Mazón, y acabó con un sentido aplauso en recuerdo de los fallecidos.

El presidente autonómico entró a la calle Mayor del Museo de Ciencias Príncipe Felipe, que albergó este homenaje, entre gritos e insultos de algunos familiares y allegados de las víctimas.

«Traidor, asesino!», le gritaron al jefe del Ejecutivo valenciano. Un grupo de asistentes, con camisetas negras en las que se podía leer «la verdad siempre vence» fue especialmente vehemente, hasta el punto que fue necesario que personal de la USME interviniera para apaciguar los ánimos. Sus sonora protesta, eso sí, no gustó a otros allegados de los fallecidos. «Un respeto a las víctimas que estamos en un funeral. Manifestaros en las manifestaciones», les reprochó otra asistente.

Mazón fue, junto a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, la única autoridad política que recibió al rey y al presidente del Gobierno, pero que no accedió a la sala adyacente donde esperaban diez familiares de las víctimas mortales.

La delegada del Gobierno, Pilar Bernabé; la presidenta del Congreso, Francina Armengol; el del Senado, Pedro Rollán; la presidenta del Tribunal Supremo, Isabel Perelló; Sánchez y los reyes conversaron unos minutos con los familiares de los fallecidos. Entre ellos estaban los representantes de las asociaciones mayoritarias. También tres que, ya en el acto del funeral, dirigieron unas palabras en recuerdo de las víctimas mortales.

La breve charla en la sala adyacente hizo que Mazón accediera antes a la Calle Mayor del museo, poco antes que los ministros del Gobierno. Fue entonces cuando varias víctimas descargaron su frustración contra el líder autonómico. «Sinvergüenza, asesino, vete de aquí». «¡Que no te queremos los valencianos, asesino. Has matado a mi hermano y mi sobrino», le espetó otra asistente.

Andrea Ferrari, de 20 años, perdió a su madre. Eva María Canut falleció a causa de las riadas mientras emprendía su camino de vuelta a casa tras salir de su trabajo en Ribarroja del Turia. «La dana cambió para siempre la historia de nuestros pueblos y sin duda también la nuestra», aseguró Ferrari, que recordó a su madre en su discurso en la ceremonia como «luz y amor en estado puro». «Un año después no ha llegado la calma, pero sabemos que no viene sola. [...] «Mientras exista memoria, nunca habrá olvido, y porque para nosotros lo más importante ahora mismo es que prevalezca la verdad, el respeto y la humanidad».

Le siguió Naiara Chuliá. Su marido, Slim Regaieg, de origen tunecino; falleció el día de la catástrofe. «El cuadro de nuestra vida se rompió en mil pedazos. Me repetí tantas veces que no podía, pero la gente que nos quería nos repitió que no estábamos solos», destacó Chuliá. «En esta sala hay 237 historias con nombres y apellidos, con familias destrozadas con sueños rotos».

La última víctima en hablar es de Letur: Virginia Ortiz. La vida de su primo, Juan Alejandro Ortiz, acabó el fatídico 29 de octubre. Fue ella la que arrancó a las víctimas el mayor aplauso al asegurar que «nuestro vecino no es el enemigo [...] Quien omite su deber, comete el acto primigenio que deriva en sus muertes». «Sé que unidos haremos justicia», concluyó.

Dos familiares de fallecidos fueron los encargados de llevar la ofrenda floral al monolito —con 237 rosas blancas en honor a sendos fallecidos— que coronaba este acto en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Los dos perdieron a sus padres. Francisco Javier Cantos a Joaquín y Thais Bonilla a Miguel Manuel. Ellos dos, seguidos de los reyes, depositaron la ofrenda. Tanto en este como en otros momentos de emoción fueron muchos los asistentes que mostraron en alto fotografías de sus familiares fallecidos. Algunos, incluso, portaban camisetas en las que se podía leer: «Eran muertes evitables», «20.11 ni olvido ni perdón», en referencia a la tardía hora de envío de la alerta a los móviles, o «Mazón dimisión».

Felipe VI cerró el solemne acto con unas palabras en la única manifestación realizada por un cargo público. «Cada nombre, cada historia, cada persona, forma parte de una memoria que nos pertenece a todos», destacó el monarca.

«Un cariño, personal y de toda España, que es necesario expresar hoy», aseguró el rey, antes de añadir una llamada a la reparación y la justicia: «Como es necesario seguir analizando las causas y circunstancias de la tragedia, con el fin de extraer con rigor y serenidad las lecciones necesarias para mejorar nuestra capacidad de afrontar en el futuro otras grandes catástrofes y evitar o minimizar en lo posible sus posibles consecuencias».Con sus palabras se cerró este funeral de Estado, en el que participaron en torno a 800 personas: en torno a 625 familiares de víctimas y, el resto, representantes de la política —participó el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda— y el Poder Judicial.

Mazón estaba sentado en la tercera fila, junto al presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Ellos dos son, junto al andaluz Juanma Moreno, los presidentes de las comunidades afectadas. Este último se ausentó debido al aviso rojo en la provincia de Huelva.