Refugiados sirios: diamantes en bruto

EXTRA VOZ

Eloy taboada

Los oriundos de aquel país establecidos en Galicia resaltan la adaptabilidad y la buena preparación de la mayoría de los que huyen de la guerra, mientras observan con pesimismo la posibilidad de zanjar el conflicto

13 sep 2015 . Actualizado a las 09:14 h.

Los sirios son bastante parecidos a los gallegos en cuanto a su tenacidad, su inclinación al trabajo y su capacidad de adaptarse a nuevos horizontes sin perder nunca la nostalgia por la tierra madre. Así que, si llegan aquí como refugiados, se integrarán sin problemas. Esa multitud de exiliados que empiezan a repartirse por Europa no huyen de su país, sino de la guerra y de la represión. Son lo mejor de Siria y enriquecerán los países en los que se asienten si la guerra se prolonga, como parece que va a ocurrir. 

En estas afirmaciones coinciden los sirios de origen convocados por Extra Voz para ofrecer a los lectores una versión de primera mano de las causas del éxodo masivo, de las improbables soluciones al conflicto que asola el país y de las acciones que deben acometerse con respecto a los refugiados.

El sirio más conocido en Galicia es, sin duda, Issam Alnagm Mazzan, médico y alcalde de Muras desde 1991 hasta las últimas elecciones municipales. Compañero suyo de promoción es Fawzi Dib, asentado en A Coruña y hoy jubilado, como el exalcalde. Un poco más joven, pero también atraído a Galicia por la Facultad de Medicina de Santiago, Aynam Nachawati ejerce actualmente en Melide. Todos ellos se adaptaron bien a Galicia, crearon aquí sus familias y siguen de cerca los trágicos acontecimientos que se viven en su país de origen.

La integración no fue difícil; todos resaltan la buena acogida que tuvieron y su propia facilidad para convertirse en gallegos. «El sirio es un diablo ?dice Issam Alnagm?, se adapta a cualquier cosa. El que no trae a esta gente a su país es tonto. Galicia mismo necesita medio millón de personas. Son de raza mediterránea, preparados, jóvenes; son diamantes en bruto. Suponen una riqueza y Galicia ya debería estar moviéndose para acogerlos». «Elegimos España ?relata Nachawati? porque pensábamos que era un país más parecido, y también porque económicamente era más accesible, y no podíamos estudiar Medicina en nuestro país, era una carrera muy elitista. Muchos nos establecimos, nos casamos, nos hemos nacionalizado, nuestras esposas son gallegas». El doctor Dib coincide con sus colegas: «Los sirios son como los gallegos: trabajadores, tenaces y emprendedores. Siempre son capaces de sacrificarse para salir adelante como sea. Por eso Alemania los recibe: no es porque les den pena, sino porque saben que enriquecerán el país con su iniciativa. Habrán visto esas imágenes de los refugiados en las que salía un hombre con un niño de la mano que se había puesto a vender bolígrafos. No vienen a pedir caridad ni subvenciones, solo vienen para evitar que los torturen o que los maten».

Vivir en Siria

El exalcalde de Muras tiene en Siria 12 hermanos y decenas de sobrinos. «Lo están pasando muy mal; ahora la violencia llegó a la zona de donde procedo, cogieron a un vecino que dijo que no había que ira al ejército a matar hermanos y lo asesinaron». El doctor Dib, más afortunado, respira porque su familia directa escapó a tiempo; su madre está refugiada en Turquía, bien integrada, y sus hermanos se han establecido en distintos países de Europa.  

Nachawati tiene hermanos y sobrinos viviendo en Damasco, que es «la única zona que aún puedes considerar segura». «Damasco central ?puntualiza?, ese pequeño cuadrado de seguridad del régimen, porque todos los suburbios están destruidos. Mis sobrinos se establecieron en barrios del área metropolitana, más baratas que el centro. Ahora esas zonas están arrasadas por el miedo del régimen a ofrecer refugios a sus enemigos, y sus dos millones de habitantes tuvieron que volver al centro, así que en casas donde antes vivían cuatro personas ahora viven doce o catorce. Vivir en Damasco se ha hecho muy difícil, con apagones y cortes de agua a veces de tres o cuatro días». 

¿Y fuera de Damasco? El país se está quedando arrasado y vacío. «Estamos hablando ?dice el doctor Nachawati? de 300.000 muertos, de medio millón de desaparecidos y presos, otros tantos mutilados, 4 millones de exiliados; 8 de millones desplazados en el interior; estamos hablando de que la mitad de la población siria se ha visto afectada por la represión y la guerra. De los 23 millones de habitantes que tenía el país, 12 millones son damnificados directos». 

El acuerdo alcanzado por Occidente con Irán para que pueda desarrollar un programa nuclear se interpreta como un paso atrás en el camino hacia la construcción de una Siria democrática. «Aquel país es  muy importante para todo el mundo ?dice Issam Alnagm?. Pero tuvimos la desgracia de padecer un cáncer llamado Israel, y a partir de ahí todas las políticas americanas y europeas se hicieron al gusto de Israel. A este país lo que le interesa es vaciar Siria, y le están ayudando Hezbolá e Irán, que viene ocupando nuestro territorio con la ayuda militar rusa. Ahora que han firmado el acuerdo nuclear con Irán, que tiene dinero, ya vemos cómo cambian las cosas. Lo dijo el ministro Margallo: ?Hay que hablar con Al Asad?. ¡Pero si Bachar al Asad es el problema! ¿Cómo van a regresar los exiliados si el asesino de 300.000 ciudadanos sigue en el poder?». 

«Irán será la fuerza hegemónica de la zona ?afirma el doctor Nachawati?. Tiene cuatro capitales árabes bajo su poder: Bagdad, Damasco, Beirut y Saná, y lo que vendrá. Estados Unidos va levantando la mano sobre Oriente Medio, parece que prefiere centrarse en el sureste asiático. Cualquier solución que vaya a diseñarse tendrá que contar con Irán, a pesar de que en los acuerdos de Ginebra se excluía a Irán de los pactos porque era parte beligerante».

El regreso de los refugiados

La familia Al Asad ha gobernado Siria con crueldad desde el golpe de Estado de 1971. Ángeles Rego, la esposa del doctor Nachawati, recuerda con dolor el período en el que intentaron vivir en Damasco, en la época dura de la dictadura de Hafez al Asad en los ochenta. «Nada más llegar, vi con horror el cadáver de un hombre colgado de un puente, para escarmiento de la población. Las niñas iban a un colegio privado, pero aún así venían a casa cantando himnos de alabanza al presidente, al que había que adorar obligatoriamente. No podías hablar con nadie, el miedo era insoportable, así que nos volvimos». Desde la rebelión del 2011, la represión se ha convertido en exterminio, con bombardeos aéreos a base de contenedores de basura llenos de explosivos. 

Tanto Ayman Nachawati como Fawzi Dib utilizan la misma expresión: «Si Estados Unidos quisiera, en 24 horas se paraban los asesinatos masivos», con solo bloquear los vuelos del Ejército del régimen. Y eso daría oportunidad a la oposición para ganar posiciones y, tal vez, para soñar en la creación de un país democrático, aconfesional y pacífico. Pero ninguno de los tres médicos confía en una intervención de ese tipo.

«Estados Unidos pudo hacerlo en el 2011 ?dice el doctor Nachawati? Cuando Barack Obama le dijo a Al Asad ?no tienes legitimidad, tienes que marcharte?, al día siguiente fue Netanyahu a Washington a tirarle de las orejas a Obama. Si únicamente pensaran que este pueblo ya ha sufrido suficientemente...».

Así que la alternativa realista, hoy, es prepararse para acoger a miles de refugiados. Y esperar. Los tres sirio-gallegos piensan colaborar con los que lleguen. El doctor Dib ha sido convocado ya por el Colegio Médico de A Coruña, junto con otros colegas oriundos de Siria, para atender a los refugiados en todos los aspectos. La espera, creen, va a ser larga.