Ese lunar que tienes... hay que mirarlo

Mar Torres

EXTRAVOZ OK

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Casi el 80 % de los españoles entre los 20 y 50 años no han ido nunca a un dermatólogo para revisar sus lunares y descartar posibles melanomas

16 abr 2018 . Actualizado a las 08:11 h.

El cáncer de piel afecta a 4.000 personas cada año en España, en el caso del melanoma; y más de 74.000 desarrollan un cáncer cutáneo no melanoma. Los padres que están en la franja de edad entre los 40 y 50 años son quienes más frecuentan la consulta del especialista para revisar sus lunares; seguidos de los que se encuentran entre los 20 y 29 (31,8%), y por último, aquellos entre los 30 y 39 años, (16,6%).

 «La mitad de esta población no ha observado si su pareja tiene algún tipo de lesión o lunar en la piel», frente al 49 por ciento que sí lo hace, según ha señalado el coordinador nacional de la campaña Euromelanoma, Agustín Buendía. En esta última cifra, la frecuencia es alta, pues casi el 60 por ciento lo hace más de una vez al año, casi el 29 por ciento, una vez al año, y el 11,5 menos de vez de forma anual.

Sin embargo, la coordinadora de la campaña, Yolanda Gilaberte, ha aclarado que no hay que volverse «paranoicos con los lunares. Pero sí conocer signos de sospecha que deben llevar a consultar a un dermatólogo».

Con los datos que se desprenden del informe, el coordinador ha asegurado que «España tiene un problema de cáncer de piel», una frase que además es el lema de la campaña de este año. Además, ha incidido que entre las distintas causas por las que se puede sufrir un melanoma destaca «la búsqueda excesiva del bronceado», pues «hay muchas personas que buscan el bronceado pasando por la quemadura», que es un factor de riesgo.

Esto supone una exposición excesiva al sol, y por ello el especialista ha incidido en que no quieren «demonizar al sol. Al contrario, el objetivo es que la población tenga un mayor conocimiento de sus beneficios, pero también de sus riesgos».

«Estar moreno se vinculó hace décadas con un estatus de riqueza, y por ende, de bienestar. Sin embargo, la medicina dice todo lo contrario: que la piel reacciona ante un daño solar produciendo melanina, bronceándose, y eso desencadena en una serie de procesos acumulativos que terminan pasando factura en la salud de la piel», ha continuado.

Solo un minuto

«Hay que mirarse la piel de arriba abajo, incluyendo toda la superficie; el melanoma puede salir en cualquier parte; con lo cual mirarse la piel es básico», ha aclarado el doctor Eduardo Nagore, uno de los coordinadores de la campaña.

«Dentro de estas rutinas, lo recomendable es mirarse la piel al menos una vez al mes. La gente a veces piensa que es complicadísimo, pero lleva solo un minuto», ha explicado el doctor, quien ha incidido que solo «piden un minuto al mes para no morir».

A su vez, ha hecho hincapié en estudiar la espalda, pues este es uno de los puntos donde suele comenzar el cáncer, así, ha declarado que quieren «ir más allá, y lanzar dos mensajes para que calen en la población: «Dale la espalda al cáncer de piel» y «Un minuto vale vida».

En cuanto a los signos de alarma, la doctora ha aconsejado seguir el «ABCDE»: mirar si el lunar es asimétrico, si tiene bordes irregulares, si contiene diferentes colores, si es mayor de 6 centímetros, y por último, si existe evolución en su crecimiento.

La doctora ha explicado algunas zonas dónde se debemos fijarnos más, como por ejemplo la cara (labios, boca, nariz y orejas), el cuero cabelludo, las manos, el cuello, el pecho y la parte superior del cuerpo, las axilas, nuca y espalda; y, por último, la zona de los glúetos y piernas.

Además, los expertos han coincidido en que uno de los factores de riesgo es tener más de 50 lunares, y haber pasado mucho tiempo al sol, así como haber acudido a cabinas de bronceado.

Por último, el presidente de la academia, Pedro Jaén, ha declarado también en cuanto a la campaña que AEDV « apoya un año más a la campaña Euromelanoma, porque están convencidos de que a través de su conocimiento y la divulgación se puede prevenir un problema que genera sufrimiento en pacientes y familiares, y un gran coste al sistema sanitario».