En la grada con el sabio precoz

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO FERROL

FERROL

JOSÉ PARDO

Alcaraz dirigió al Recre desde la tribuna con pocos gritos, señas, muchas órdenes a balón parado y una enorme frialdad

22 abr 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

El niño prodigio de los banquillos volvió a la grada. Lucas Alcaraz, con 35 años el técnico más joven de Segunda, lleva el cartel de sabio futbolístico precoz. Diplomado en Documentación por la Universidad de Granada, es profesor de Táctica y Estrategia en la Escuela Nacional de Entrenadores. Una sanción le llevó a la tribuna en Ferrol. La ocasión pintada para ver de cerca como mueve las fichas del Recreativo el cerebro que obró el milagro de llevar a un modesto a la lucha del ascenso dos Ligas seguidas. Alcaraz colgó el traje oficial de chaqueta y corbata y eligió otro para pasar desapercibido. El hijo del comunista Felipe Alcaraz, diputado de IU en las Cortes, lució look de niño pijo para despistar al personal, con zapatos Camper, y jersey y pantalón Polo Ralph Lauren. Sin escolta policial vio el partido con una frialdad espectacular, y un papel y un boli como instrumentos de trabajo. Alrededor, la típica fauna futbolera, desde educados aficionados tribuneros hasta exaltados de domingo por la tarde. Cerca, le arropaba un abuelete con el chándal del Recreativo. Chilló poco, lució un amplio repertorio de señas, gritó en instantes puntuales y utilizó a su ayudante, Julio Peguero, como correa de transmisión desde la grada al campo pasando por el banquillo. Llamó a sus jugadores, sobre todo, en acciones de estrategia. «¡La cinco!», llegó a apuntar desde la tribuna al estilo baloncesto cuando el Recre tuvo una falta al borde del área. Y es que Alcaraz parece comunicarse con sus hombres por telepatía. En el descanso, el abuelete del Recre le preguntó por «cómo va el Oviedo». Claro que Alcaraz tenía bastante con ocuparse del repaso que entonces le daba el Racing, y prescindió hasta del transistor. «Va perdiendo 0-4», le apuntó al técnico un ferrolano que puso la oreja. Al andaluz le sonó a trola, pero al acabar el partido comprobó el esperpento del Tartiere, con 3-6 para el Elche. Antes, sus nervios se aceleraron por momentos. Con el gol de Epitié se le escapó una carrerita por el pasillo al estilo Fernando Vázquez. El tanto abrió el desenfreno final del encuentro, que sobresaltó en parte su austeridad. Así, se crispó con el quisquilloso árbitro, ordenó con celeridad los cambios y pidió a sus hombres que perdiesen tiempo. Y es que el estudioso técnico también sabe de picaresca.