Cuervos

José Varela FAÍSCAS

FERROL

28 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La carretera de la playa de Pantín está salpicada de cáscaras de nuez, los coches estampan la nogalina en el asfalto y dibujan curiosas manchas de un improbable test de Rorschach. El escrutinio de estas grafías caprichosas de genuino arte povero entretiene al caminante ocioso, mientras observa el incansable trajín de sus enlutados autores, los cuervos y su perfecta mecánica de vuelo. Estas aves viajan sin pausa hasta los nogales del valle, se apoderan del fruto y lo dejan caer desde lo alto sobre la carretera para que el golpe lo casque y puedan comérselo. En esta época todavía no está seca la semilla y su carne es jugosa, dulce y con retrogusto a coco si previamente se les retira la piel que las recubre -a las semillas, claro, no a la cáscara-. El espectáculo tal vez no sea tan divertido para los propietarios de los nogales, que son los que lo sufragan con el fruto otoñal de sus árboles. Pero así es la naturaleza: quizá los cuervos y los nogales estuviesen aquí antes que nosotros y no sean ellos, precisamente, los intrusos. Compartimos los recursos y nos beneficiamos del equilibrio, de la armonía, de la tolerancia de intereses aparentemente contrapuestos. Pero no aprendemos la lección ¿Por qué el PP no puede convivir con un centro de pensamiento libre como el Ateneo Ferrolán? ¿Qué frustración de inquisidor duro y rencoroso anida en el alma del grupo de gobierno municipal, que lo empuja hacia la mezquindad? ¿Todavía rancios resabios de la antimasonería y el anticomunismo de nuestro paisano? Salgan al aire, interpreten las formas de esos borrones que provocan los cuervos sobre el asfalto, y háganselo mirar. Por su salud, digo.