En las últimas semanas y tras la detención del Chicle y la aparición, tras largos meses de angustia, del cuerpo de Diana Quer, se ha reabierto la polémica sobre la Prisión Permanente Revisable. No supone, como afirman algunos aunque a bote pronto sea su argumento político, una contradicción con nuestra Carta Magna, es falsa la traducción que se hace de la permanencia del recluso en una cárcel de por vida, teniendo en cuenta que contempla la posibilidad de la obtención de beneficios penitenciarios, desde permisos hasta la libertad plena. El propio Tribunal Constitucional, no considera que se trate de una pena inhumana o degradante, siempre y cuando se aplique con la garantía de revisión. Esta pena tampoco sería desproporcionada, teniendo en cuenta los casos en los que se aplicaría: asesinatos múltiples, atentados terroristas de extrema gravedad, agresiones sexuales reincidentes… Por desgracia todos ellos perpetrados por individuos que no muestran un arrepentimiento verdadero, que no son capaces de reinsertarse en la sociedad y que en muchos casos vuelven a cometer el mismo tipo de delito tras pasar por prisión. La Prisión Permanente Revisable implantada en varios países europeos funciona, pero en España tenemos que ser distintos y el Pleno del Congreso con 129 votos en contra del PP, 31 abstenciones de Ciudadanos y 162 a favor del resto de la oposición, se aprueba iniciar la tramitación de la Proposición de Ley de reforma de la Ley Orgánica del Código Penal presentada por el PNV por la que se suprime la pena de Prisión Permanente Revisable... Me parece deleznable. ¿De verdad tenemos que renunciar a una conquista social?, porque ha sido la sociedad quien la llevó a nuestros políticos para su reflexión, quien exige seguridad y necesita urgentemente recuperar la fe en quienes deben de velar por ella, sean jueces, legisladores o gobernantes, es simplemente cuestión de sentido común.