Camino Ferrero se confiesa más que «satisfecha» por el aumento registrado en las adopciones de perros en el refugio de Mougá. «El boca a boca ha hecho mucho y también hay gente que tras adoptar están tan contenta que al cabo de un tiempo nos vuelve a visitar y se lleva otro perro», explica la veterinaria del centro, quien también agradece la ayuda prestada por la protectora El Hogar de Wilbur, que colabora activamente con el refugio publicitando las fotos de los perros que se encuentran en adopción en sus instalaciones.
Allí, en Mougá, la mayoría de los perros no tardan más de un año en ser adoptados, aunque siempre hay excepciones, como le ocurre a Jeny, que es el can que más tiempo lleva en el refugio. Según anota Ferrero, llegó al centro en 2016 y, desde entonces, nadie se ha interesado en darle un hogar por tratarse de un perro potencialmente peligroso (PPP). «Jeny es buenísima, siempre ha estado en un canil con otros perros y jamás ha dado ningún problema, pero al tratarse de un PPP la gente es más reacia a adoptar».