Víctor «Grelo»: «A no ser que te tiren tomates, el escenario siempre engancha»

FERROL

CESAR TOIMIL

Veterano roquero ferrolano, canta, toca la guitarra y muchos lo conocen por sus famosos memes

10 feb 2020 . Actualizado a las 10:06 h.

Su DNI dice que se llama Víctor Manuel García, pero desde hace ya unos cuantos años, a este veterano roquero ferrolano, curtido en mil batallas musicales, son ya muchos los que lo conocen como Víctor «Grelo». Y todo porque un buen día se le ocurrió diseñar y publicar en su Facebook un meme protagonizado por un lapón (de Laponia), vestido con su típico traje regional y acompañado de una buena mada del verde manjar gallego. «Lo titulé Lapón con grelos y a la gente le hizo tanta gracia que a ese meme siguieron otros y fue así como comenzó esta historia de sacarle punta a todo a través de los grelos. Lo hago por pura diversión y, si consigo que alguien se eche unas risas, pues estupendo», explica con aire tranquilo Víctor, que además de cantar y tocar la guitarra en el grupo 3D Band, también se da buena maña para el dibujo y la pintura. No hay más que echar un vistazo a su cómic Laconan el larpeiro -protagonizado por un trasunto galleguizado de Conan el bárbaro- para comprobar que a este hombre le sobra arte y retranca. Y que, además de adorar los grelos, también siente devoción por el lacón.

Uno de los memes que han hecho famoso a Víctor «Grelo»
Uno de los memes que han hecho famoso a Víctor «Grelo»

Piropos en las redes

Aunque sus memes, viñetas y dibujos humorísticos no dejan de cosechar likes y piropos en las redes sociales, Víctor todavía no se ha planteado dar el salto y llevar su creatividad a una publicación tangible, en formato papel. Me lo cuenta mientras tomamos un café cerca de su casa, en la cafetería Santa Rita, donde quedamos para hablar de su pasión por el dibujo y el cómic, pero también de su historia de amor con la música, que ha sido su vida desde que era un chaval. A medio camino entre los cincuenta y los sesenta, Víctor todavía conserva ese aire juvenil que desprenden los roqueros -a ver quién se atreve a cortarle la melena-, aunque hace ya tiempo que dejó atrás los 16, cuando comenzó a «aporrear» la guitarra en su barrio, Santa Mariña.

Su primera aventura musical la vivió en Tábano, «la banda con la que me sentí más identificado», dice él. Y también, agrega, con la que vivió grandes momentos e incluso ganó dos premios en un concurso que se celebraba en la discoteca Bristol. También militó en las orquestas Impacto y Saratoga y, durante muchos años, formó un dúo con Rafa Pereira, ex de Los Limones. Hoy se gana las habichuelas trabajando en el bar O Son da Rúa, pero sigue enganchado a la música tocando como solista en los bolos que le salen aquí y allá y ofreciendo conciertos con su grupo, 3D Band. «Hacemos versiones de pop y rock de los años 80 y 90: Police, AC/ DC, Queen, Supertramp, Fito, Rosendo, Nacha Pop... Me encantaría poder tocar temas propios, pero la gente quiere versiones. Es lo que hay. Hoy en día ya no se valora que un grupo haga sus propias canciones. La gente va a los conciertos como quien va al McDonald’s. Quiere algo rápido y que le guste, sin más complicaciones», dice con cierta resignación.

Chispazos de humor

La taza de café ya está vacía, pero nosotros seguimos de cháchara. Da gusto hablar con Víctor, porque su conversación está salpicada de chispazos de fino humor, aunque, entre risa y risa, sus palabras también dejan un poso de nostalgia. «La música que tiene éxito hoy en día no tiene calidad. Con esto no quiero decir que no haya grupos buenos, porque claro que los hay, pero lo que triunfa en el mercado no es lo auténtico, sino artistas que son producto del márketing. Les ponen el look, les dan una canción, les enseñan un baile y, hala, ya está», apunta Víctor, para quien programas como OT o La Voz «han hecho más mal que bien a la música».

Frente a eso, él se mantiene en su postura de roquero clásico, inconformista y con un puntito «rebelde», «pero en el buen sentido, ¿eh?, que yo no ando por ahí con cócteles Molotov», me espeta por si pusiera en duda su espíritu pacifista. Defiende el rock como un «estilo de vida» y, como un roquero adicto a su música, vaticina que morirá con las botas puestas. «Pienso seguir en esto hasta que el cuerpo aguante: a no ser que te tiren tomates, el escenario siempre engancha.... Y a mí, por suerte, nadie me los ha tirado jamás».