La senda

José Varela FAÍSCAS

FERROL

12 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Debí de ver La senda de los elefantes en el viejo Rena de la calle del Sol a finales de los años cincuenta del siglo pasado. Para la inocencia de un espectador de nueve o diez años, la censura no necesitaba enmascarar los amores entre una casquivana Elizabeth Taylor y un galán como Dana Andrews, como chapuceramente hizo por aquel entonces con los de la turbadora Ava Gardner y el apuesto Clark Gable, en la inolvidable Mogambo. Los niños estábamos más pendientes de los rifles, los elefantes, el calor de Ceilán y los salakots, de las gaseosas, la luz de la linterna -¿el entrañable Gorila era el del Callao o el del Rena?- y los caramelos del descanso que de esas nimiedades. En mi subconsciente aquella película de proboscídeos quedó asociada para siempre a la palabra senda -y eso que fui boy scout, que sendas y caminos de cabra patean un rato-. Ahora, tantos años después, una obra pública me refresca aquellos recuerdos: los trabajos que se llevan a cabo en la margen derecha de la carretera de Meirás sentido Puerta del Sol a partir de Canto do Muro: una senda peatonal espléndida que ensancha la calzada, pero sobre todo ensancha el sentido cívico y la amplitud de miras del concello y el vecindario que colabora para una mejora de la que se beneficiará toda la sociedad. El proyecto fue rechazado por otros vecinos de otro tramo del mismo vial, tal vez espontáneamente o tal vez instigados y azuzados por algún aprendiz de naire a actuar como elefantes en estampida: llevando por delante un proyecto que ahora a buen seguro nos enorgullecería a todos como sociedad y nos haría un poco mejores. Quizá hoy, al ver el resultado, algunos se avergüencen. Quizá no.