«El sombrero favorece, quien lo lleva por la calle demuestra personalidad»

ANA F. CUBA PONTEDEUME / LA VOZ

FERROL

La sombrerera eumesa, en su taller, rodeada de algunas de sus últimas creaciones
La sombrerera eumesa, en su taller, rodeada de algunas de sus últimas creaciones JOSE PARDO

La eumesa Julia Pérez Vilariño es la quinta artesana de la sombrerería reconocida como tal en Galicia

01 dic 2022 . Actualizado a las 19:00 h.

En su casa siempre se ha usado sombrero, conserva alguno de su abuelo y de su padre, y un tocado de plumas «precioso» de su abuela. Julia Pérez Vilariño (Pontedeume, 38 años) suele llevar sombrero, sobre todo en invierno. «Favorece, ayuda a sacar partido y también a tapar lo que no quieres que se vea, termina un look -subraya-. Me llama la atención la gente que lo lleva por la calle, demuestra que tiene personalidad». Ella se ha empeñado en vivir de la confección de sombreros y en diciembre recibió la noticia de la concesión, por parte de la Xunta de Galicia, de la carta de artesana «polo exercicio da actividade artesanal de sombreiraría».

Esta eumesa estudió Trabajo Social en Santiago, pero antes se había matriculado en el ciclo de Estilismo e indumentaria en la Escola de Arte e Superior de Deseño Mestre Mateo, que no finalizó pero sí le sirvió para aprender «las bases de patronaje, costura o diseño», que ahora aplica en su taller en Pontedeume. Durante varios años ejerció como trabajadora social. Cuando se casó se fue a vivir a Puertollano, localidad natal de su marido, y a finales de 2012 regresaron a la villa eumesa. «Mi padre había fallecido y yo estaba en el paro, y montamos una tienda mi madre y yo, La Coqueta», relata.

Aprendió con Félix de Martín

Julia habla con cariño de «la mercería creativa [que cerraron en 2019]», donde impartían cursos de manualidades para niños, talleres de ganchillo o patchwork, y donde se atrevió incluso con algún tocado, de forma autodidacta. «Para lo que yo quería hacer me faltaba técnica, necesitaba a alguien que me enseñara», recuerda. En 2018 le hablaron del ourensano Félix de Martín y se apuntó a un curso de sombrerería básica, «a ver si era lo que estaba buscando». Y atinó. «Me atrapó el entusiasmo que siente por el oficio, transmite pasión por lo que hace, me la contagió y me metí de lleno», confiesa.

Con De Martín se formó en el uso de plumas y flores de seda y también realizó el curso de perfeccionamiento, en el que se aprende a confeccionar «sombreros grandes», a lo que se dedica ahora. «Empecé haciendo tocados para eventos, sombreros de fieltros, fibras naturales...», cuenta. Hasta que decidió solicitar la carta de artesana, que exige presentar un proyecto «sobre cómo elaboras tus piezas de principio a fin, de forma artesanal», y acreditar un número determinado de horas de formación, difícil de conseguir puesto que no existe la enseñanza reglada de sombrerería. También precisó un certificado del Concello de Pontedeume, y poco tiempo después, el pasado 17 de diciembre, recibió la respuesta. «Fue una sorpresa, hasta ahora solo había cuatro personas certificadas como sombrereras en Galicia, y yo soy una más», comenta, muy ilusionada.

Más clientela femenina

Julia Vilariño, sombreros y complementos es la marca creada por esta emprendedora, que muestra su trabajo y recibe encargos a través de Facebook e Instagram (@julia_vilarino_). «Es un campo grande y desconocido. La diferencia con un sombrero de una tienda es que la talla va a ser la tuya y lo voy a hacer como más te gusta y te favorece, y va a ser más duradero por el tipo de materiales que empleo», señala.

Para las piezas de invierno utiliza fieltro de lana o una mezcla con conejo o castor, y para las de verano, fibras naturales. El coste de los materiales oscila entre los 12 y los 80 euros, en función de la calidad. Julia describe el proceso de elaboración: «Utilizo hormas de madera para darle la forma, las hay de copa, de ala más larga o más corta, hay mil posibilidades». «En un sombrero de calle se suele optar por una cinta de cuero o de seda -indica-, y para un evento, plumas, un arreglo de flores [de tela o de flor preservada]». Su clientela tiene nombre de mujer: «El público es más femenino, hay hombres que se animan, con un corte más clásico, ellas son más innovadoras».

El trabajo artesano requiere tiempo y materiales de calidad. «Un sombrero hecho a medida puede costar desde 120 euros, a partir de ahí depende de la materia prima, no es lo mismo un fieltro de lana que una mezcla de lana y castor. En un tocado podemos partir de mucho menos dinero. Es adaptable al presupuesto que tengas», apunta. El proceso es similar al de la confección de un vestido: «Es algo único, hecho para ti, como en un atelier, no va a haber otro como el tuyo».

Julia se reúne con la persona que encarga el sombrero o el tocado para saber qué busca, y cuando el trabajo va avanzando la cita para una prueba. En las redes sociales comparte vídeos de su día a día en el taller: «Muestro cómo le doy forma en la horma, cómo lo plancho, el tiempo de secado que necesita... Así la gente lo ve y valora el trabajo». El proceso suele durar cinco días.

Esta artesana eumesa reivindica el uso del sombrero: «Antes, la gente lo utilizaba igual que los zapatos, no solo para eventos, también la gente que trabajaba en el campo. En España hubo mucha cultura de sombrerería y en Galicia también. Hay piezas clásicas que no pasan de moda, y otras más de moda, de tendencia. Se puede jugar con el ala, más larga, más corta; la forma de la cabeza, más redondeada, más cuadrada; y hay modelos que siempre funcionan, como el de mi padre que sigo usando yo», defiende.

Comodidad, no disfraz

«Tienes que encontrar un sombrero con el que te sientas cómoda, no disfrazada», recalca. «Es un complemento y te protege del frío, del viento, del sol... Hay que conocerlo para perderle el miedo», insiste. Julia, integrada en la comunidad de emprendedoras Mulleres Atlánticas, lo tiene claro: «Mi idea es vivir de esto».