Donde no sobra, ni sobrará jamás, nadie

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

15 may 2022 . Actualizado a las 10:43 h.

El pasado martes, festividad de San Juan de Ávila, el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, anunciaba que en su labor al frente del obispado (un obispado, ya saben, que en el XVI tuvo entre sus grandes prelados nada menos que a Fray Antonio de Guevara, escritor magnífico al que Cervantes cita en el prólogo del Quijote), estará auxiliado por cinco vicarios. En la vicaría general continuará Antonio Valín, sacerdote de un estilo pastoral (activo, generoso, dialogante...) muy similar al del propio prelado, que ha encontrado en él un colaborador con una visión de la Iglesia absolutamente coincidente con la suya. De la recién creada vicaría para la sinodalidad se ocupará Antonio Rodríguez Basanta, que estuvo al frente de la diócesis durante el período de «sede vacante» —tras la marcha de Sánchez Monge—, que compagina su labor al frente de la concatedral ferrolana con la que lleva a cabo en el cabildo de la catedral de Mondoñedo, y que es hombre inteligente, de criterios firmes, reflexivo, muy preocupado siempre por cuantos sufren y, además, un excelente conocedor de la realidad de una diócesis que abarca la Galicia do Norte entera. A cargo de la vicaría para la evangelización estará Gonzalo Varela Alvariño, hombre de extraordinaria cultura, galeguista convencido, y alguien a quien —si me permiten el comentario personal— conozco bien desde que, allá por el siglo pasado, fui alumno suyo en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas, donde por cierto se le quería mucho. De la vicaría para la caridad se ocupará Jesús Álvarez Piñón, que lleva años realizando, allí por donde pasa, una labor impagable, predicando, con su ejemplo, que la prioridad de la Iglesia ha de ser siempre estar con los más débiles y con quienes nada tienen. Por último, la vicaría de economía estará dirigida por Xoán Xosé Fernández, cuyo trabajo pastoral y social dejó una profunda huella en parroquias como las del cinturón norte de la ciudad de Ferrol, y cuya gestión de ámbitos como el económico y el judicial lo convirtieron en una de las columnas centrales de la administración diocesana. Es cierto que la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol cuenta hoy con pocos sacerdotes. Apenas un centenar. Pero son, todos, extraordinarios. Cada uno con su particular visión del mundo. Sacerdotes (Uxío, Félix, Carlos, Luis, Ramón Antonio, Pedro, José, Xaquín, Cándido, Benito...) que entregan su vida entera no solo a la fe, sino también al empeño de que, allí donde ellos estén, jamás falte una mano tendida. Por eso me parece que esta es la hora de la gratitud. Y que acierta el obispo al rodearse, para su labor, de un grupo de vicarios tan plural. Para que toda la diócesis se sienta representada. Es una manera de recordar que aquí no sobra, ni sobrará jamás, nadie.