A José Antonio Becerra, que se define como «idealista, melancólico y obstinado», y que es un gran aficionado al baloncesto (confeso admirador de leyendas del basket como Michael Jordan, Magic Johnson y Larry Bird), le gustan la literatura de Gore Vidal y la música de Beethoven y de Mahler. En este tiempo nuevo que nos ha tocado vivir, él afirma que la educación, para seguir avanzado, precisa renovar sus métodos constantemente.
—Memorizar contenidos no está muy de moda...
—Sí, pero eso hay que matizarlo. Todos hemos visto que la memorización no puede tener la importancia que se le dio en el pasado. A lo mejor [sonríe] no sirve de mucho aprenderse de memoria todos los ríos de España y sus afluentes. Pero no podemos renunciar a que el alumno sea capaz de memorizar un discurso coherente que pueda exponer y argumentar, con eficacia, ante sus compañeros. Cuando memorizamos algo, estamos desarrollando capacidades muy importantes.
—¿Deberíamos ser más reflexivos?
—Desde luego. Y en las aulas hay que desarrollar la capacidad de reflexionar. Tenemos que darnos cuenta de que cada vez estamos más rodeados de información falsa, y de que es importante aprender, ya desde la escuela, a buscar la información veraz y a preguntarnos por el verdadero sentido de las cosas.
—El pensamiento filosófico está cada vez menos presente en las aulas.
—Sí, tristemente es así. Y es un gravísimo error. La Filosofía jamás debería desaparecer de los planes educativos. Las Humanidades son fundamentales. Y no quiero caer en el tópico, pero si olvidamos la Historia, estamos condenados a repetirla, como la actualidad internacional nos demuestra todos los días.