Piden siete meses de cárcel para un empresario por acoso sexual a su empleada: «¡Invítame a tu casa, desgraciada!»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL

Edificio del juzgado de Ferrol.
Edificio del juzgado de Ferrol. CÉSAR TOIMIL

Llamaba a la mujer 18 veces algunos días y la insultaba si lo rechazaba: «Tú sigue así, dejándome tirado todo el día, que ya verás que gracia nos va a hacer a todos»

20 feb 2024 . Actualizado a las 18:02 h.

Una joven graduada de otra comunidad acudió en mayo del 2018 a una entrevista de trabajo para una granja singular en la comarca. Logró el empleo y se incorporó el 30 de ese mismo mes, pero también esa misma jornada comenzó a sufrir una situación que año y medio después denunció como acoso sexual. Ante las abundantes pruebas, el fiscal pide siete meses de prisión para el encausado por un delito de acoso sexual en el ámbito laboral. También solicita medidas de alejamiento y una indemnización.

El juicio estaba fijado para esta semana en el Juzgado de lo Penal 2 de Ferrol, pero se terminó aplazando porque el acusado alega que está enfermo. El escrito de acusación detalla que «desde casi el inicio de la relación laboral, el encausado sometió a su empleada a una situación de persecución con continuas solicitudes de contenido sexual, siendo perfectamente consciente de que se estaba aprovechando de su cualidad de jefe de la empresa y jefe directo de la misma, con el evidente riesgo de perjuicio en sus expectativas laborales en caso de ser desatendidas sus solicitudes».

En la denuncia hay un registro de llamadas vertiginoso: del 16 de junio del 2018 al 28 de febrero del 2019 se produjeron cerca de 300. Los días de vacaciones eran más frecuentes con un ritmo enloquecido, un mínimo de 18 diarias. La documentación del caso describe que el «encausado, con ánimo libidinoso, llamaba de manera reiterada a la mujer fuera del horario laboral, en festivos, fines de semana y vacaciones por motivos no relacionados con su trabajo, interrumpiendo su descanso».

Las llamadas se efectuaban a cualquier hora, con el único objetivo de saber qué estaba haciendo fuera del trabajo. Algunas de estas conversaciones forman parte de las pruebas que presentó la joven y reflejan expresiones soeces a las que la chica contesta con monosílabos, consciente de que está hablando con su jefe. En una él le propone que lo acompañe a un viaje a Portugal y ella le replica que le hace de conductora si van y regresan en el mismo día: «Yo te he dicho que si quieres te hago de chófer pero vamos y volvemos en el mismo día, allí yo no me quedo», zanja ella.

Amenazas por redes sociales

En otra llamada el acusado —y administrador de la empresa— le insiste para que le mande fotos de ella dormida. «Voy a empezar a jugar yo contigo. La gatita jugó con el ratón, pues ahora el león va a jugar con la gatita. Grrr…», amenaza él. Ella termina la conversación asegurando que «no te voy a coger el teléfono, así que no me llames más, porque no te lo voy a coger».

El fiscal considera probado que «ante la negativa de la mujer de mantener conversaciones de carácter sexual y fuera del horario laboral, el encausado se enfurecía y la trataba de manera despectiva, criticando su forma de trabajar, enfadándose con ella y dirigiéndole expresiones como ‘coño, qué puta educación recibís. Burros, coño. Los trenes pasan una vez. Mirad como os va como generación. Búscate la vida. Como a ti te importo un huevo, que es lo que has dicho hoy, pues a quien hierro mata a hiero muere' enviadas a través de la aplicación Instagram; y verbalmente en el centro de trabajo en presencia de otros compañeros: ‘No vales para nada, eres un parásito de la empresa'».

En marzo del 2019 la cambiaron de puesto para asignarse una labor más dura y que no se correspondía con su formación. El 9 de abril, la chica acudió a su médico del Sergas, que le diagnostica un «trastorno de ansiedad generalizada, iniciando una baja laboral por incapacidad temporal e iniciando un tratamiento farmacológico», del que todavía o ha podido liberarse. El día 12 la despidieron con un burofax.

Además de los siete meses de cárcel, una orden de alejamiento de dos años y una medida de libertad vigilada de otros dos años (que deberá cumplir tras la pena de cárcel), el fiscal pide una indemnización de 20.000 euros por daños morales para la mujer.

El fiscal presenta una larga lista de conversaciones: «¡Invítame a tu casa desgraciada!»

El escrito de acusación presenta una larga reproducción de conversaciones en las que el encausado insistía en sus propuestas sexuales e insultos. Una muestra son las que se reproducen a continuación.

«—Encausado: He decidido una cosa ozú.

—Víctima: ¿Qué? A ver...

—E: Voy a buscar una para que vaya ahí para tu piso contigo.

—V: ¿Para qué?

—E: Coño, una te sale más barato el piso, dos os hacéis lesbianas y... y ... ya puedo tener para hacer tríos, tres eee... cuando no estéis tal, estáis calentitas juntas en cama, todo son ventajas.

—E: Me parece a mí que no.

—V: ¿Tienes preferencia en tu transformación del lesbianismo?

—E: ¿Quieres rubia o morena?

—V: No quiero vivir con nadie.

—E: ¿Por qué? ¿Tan insoportable eres? ¿No te enseñaron tus papás, cuando eras pequeñita, que no se hace todo lo que uno lo que le apetezca?».

En otra ocasión él comenzó con un «E: ¡¡ Me aburro!!

—V: Pues échate en agua.

—E: Bueno pues venga, ¿a qué hora acabas de comer?, que bajo.

—V: ¡¡Que no!!

—E: Que voy a estar ahí... Pero ¿cómo que no? ¡¡ Invítame a tu casa desgraciada!!

—E: Tú sigue así, dejándome tirado todo el día, que ya verás que gracia nos va a hacer a todos.

— V: Yo hago mi jornada laboral, mis ocho horas. Y tú también me has dejado abandonada a mí porque tú hoy has aparecido a las 13.30 de la tarde, ¿eh?

—E: Sí, ¿y? Por eso, te echo de menos.

—V: Ah, pues haber venido antes. Desde las 7 de la mañana estoy yo allí arriba, fíjate.

—E: ¡¡ Me aburro!!

—V: Pues échate en agua.

—E: Que yo te invité a mi casa sin conocerte de nada. Que podías ser una delincuente. Que eras medio analfabeta ya lo sabía. Pero delincuente podías ser igual».

El despido se declaró nulo y la joven pasó años con estrés postraumático

El mismo día que la chica fue al médico con trastorno de ansiedad la despidieron de la empresa. Sin embargo, en el procedimiento social de despido objetivo individual ante el Juzgado de lo Social número dos de Ferrol, en la sentencia de 14 de octubre de 2019 se «declaró nulo este despido y que se había vulnerado a la señora sus derechos fundamentales por estar sufriendo acoso sexual, con el cese inmediato de la actuación de los demandados contraria a dichos derechos, condenando al encausado y a su empresa al abono de forma solidaria de la cantidad de 25.000 euros en concepto de daños y perjuicios, más los intereses procesales.

Esta sentencia la confirmó el Tribunal Superior Justicia de Galicia el 16 de junio de 2020. Sin embargo, la víctima «en marzo de 2020 continuaba a tratamiento por un trastorno depresivo con sintomatología ansioso depresiva y trastorno de estrés postraumático», según detalla el escrito de fiscalía.