Enrique Ramil: «En Chile me acordé de cuando Lady Gaga me dijo: "Permítete tener éxito"»

Carla Elías Martínez
Carla Elías FERROL / LA VOZ

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Enrique Ramil durante su actuación en el Festival Internacional Viña del Mar
Enrique Ramil durante su actuación en el Festival Internacional Viña del Mar Pablo Ovalle | AgenciaUNO

El artista aresano acaba de ganar el Festival Internacional de Viña del Mar

05 mar 2024 . Actualizado a las 18:10 h.

Cuando Enrique Ramil (Ares, 1984) se ganaba la vida cantando en las calles del frío Londres tuvo la suerte de poder ser uno de los treinta afortunados en disfrutar de la presentación de un disco de Lady Gaga en el centro comercial Westfield, donde él mismo tocaba de vez en cuando para animar a los viandantes. «Como conocía a los vigilantes de seguridad pude acercarme a ella para decirle que yo también soy cantante y ella mi inspiración. Me abrazó y me contestó: ‘‘Permítete tener éxito porque tú y yo no somos tan distintos''», recuerda. Un mensaje de apoyo de la estrella internacional que se le quedó grabado. Tanto que lo empujó a hacer las maletas para volver a España. Al mes estaba trabajando como corista en el programa La Voz. Y siete años más tarde Ramil puede decir que lo ha logrado. El cantante aresano alzó la semana pasada la Gaviota de Plata para coronarse como el Mejor Intérprete Internacional 2024 del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar ante más de doscientos cincuenta millones de telespectadores repartidos por el territorio latinoamericano. «Es una locura. Creo que aún lo estoy asimilando, ni me lo creo», reconoce desde la calma ya de haber llegado a México, donde estará ahora un mes de gira.

Su participación en el certamen de la canción hispanoamericana que se celebra en Chile se lleva tiempo fraguando. «Los fans de allí llevan años pidiéndome que me presente. Pero con mi equipo de México empecé a pensarlo seriamente, a pensar una canción hecha para ahí», explica. Así nació La última vez, coescrita con Ángela Dávalos y Paty Cantú. «Habla de una historia que yo viví con una persona con la que me veía a escondidas, que en su teléfono me tenía guardado con nombre de chica, cómo le cuento a dos amigas que acepté las migajas», explica. Y con este tema quiso aprovechar el enorme escaparate de la Quinta Vergara para ayudar al público a «empoderarse». «Casi nadie encaja en los estándares que te quiere poner la sociedad, y el momento de grandeza llega cuando te das cuenta de que no hay nada malo en ti, no tienes que cambiar», valora.

Recuerda emocionado el enorme apoyo que recibió en sus tres actuaciones durante el certamen, cuyo escenario han pisado artistas de la talla de Christina Aguilera, Isabel Pantoja, Maluma, Lionel Richie, Karol G o Bad Bunny. «Cantar en la Quinta Vergara, ante quince mil personas, una canción que salió de reunirme con dos amigas al piano, contarnos nuestra vida y llorar como monas fue muy emocionante», recuerda. Pero más la reacción del público. «Me aplaudieron en el medio de la canción. Terminé de cantar y se caía el anfiteatro. Aluciné. Todo el mundo gritando que me diesen la gaviota. Es lo más. Se lo dan a la gente consagrada como Isabel Pantoja o Alejandro Sanz. Yo estaba concursando y estaban pidiendo para mí el reconocimiento que le dan a los artistas invitados», agradece.

¿En qué pensó en el momento de recibir el galardón? «En que hace siete años yo cantaba en la calle, muy feliz, pero en la calle hasta que hablé con Lady Gaga», recuerda. También en su familia y amigos, que desde Ares, a más de diez mil kilómetros, estaban entre los millones de telespectadores. «Mi abuela se compró juegos para aguantar despierta hasta las cuatro y media de la mañana para verme cantar en directo», comenta.

Este reconocimiento mundial llega tras una vida de trabajo luchando por hacerse un hueco en el mundo de la interpretación. Ramil siempre ha buscado la manera de cantar. Ha cantado en la calle, en un hotel, participado en programas como La batalla de los coros, Operación Triunfo, Factor X, Tú sí que vales y Tierra de talentos. «Empecé a tomarme en serio lo de cantar con 20 años y con 21 años ya me ganaba la vida solo cantando. A mí me ha funcionado ser un experto en fracasar. Cuantas más veces fracasas más cerca estás del verdadero triunfo. Había gente que me decía que me dejase de presentar a concursos», advierte. Una lesión vocal cuando cantaba en Londres fue el peor momento de su carrera. «Pasando frío, tras las Navidades, me quedé sin voz. No podía ni hablar. El foniatra me dijo que tenía que parar, que solo podía cantar diez minutos al día», recuerda. Entonces se dedicó a su otra pasión, el mundo de los videojuegos. Ramil estudió dibujo de cómic. «Estuve trabajando tres meses en una empresa traduciendo un videojuego, Dragon Quest, de Akira Toriyama, el autor de Dragon Ball. ¿Sabes la ilusión que me hizo compartir créditos con él?», reconoce. Pero nunca dejó de trabajar por conseguir su sueño, hacerse un nombre en el mundo de la canción. 

«Mi ‘‘vocal coach'' Lucía Lago se levantaba a las tres de la mañana»

Ramil no se olvida de los compañeros y amigos que lo han ayudado para triunfar en Chile. «Mi vocal coach, Lucía Lago, de la escuela MaiSon Música e Danza en Porriño, me atendió por videoconferencia a la hora que hiciese falta. Imagínatela levantándose a las tres de la mañana para ayudarme a ponerme la voz en su sitio antes de salir a cantar», le agradece. También a Antonio Velasco, diseñador de su vestuario, quien también ha vestido a artistas de la talla de Cristina Aguilera o Isabel Pantoja. Las joyas son obra del artesano Jabier Bilbao. «Me apoya desde que me descubrió en Factor X. Me hizo pendientes de inspiración japonesa a juego con el vestuario, que eran kimonos», describe.

Los éxitos no vienen solos y Ramil está disfrutando del dulce momento. Inicia ahora su tercera gira por México. En el programa Bailando con las estrellas han emitido ya tres canciones grabadas por él, El tango de Roxanne, I'm Still Standing y Volver. Y, además, se acaba de estrenar la película de animación es La aventura infinita, a la que Ramil y Nuria Boreal han puesto la voz cantada a los personajes. «El 2024 es mi año», desea.