Luces y sombras históricas

José A. Ponte Far VIÉNDOLAS PASAR

FERROL

01 jul 2024 . Actualizado a las 18:08 h.

Como ya saben los ferrolanos, este año se fallaron en nuestra ciudad los Premios Nacionales de la Crítica (narrativa y poesía en las cuatro lenguas de España). Se premiaba el mejor libro de estos dos géneros literarios publicado en 2023. Es un premio que no tiene gratificación económica, pero, seguramente por eso, es uno de los más fiables y, por lo tanto, el de más prestigio entre los muchos que se convocan en España. Este año el premio a la mejor obra narrativa en castellano se le concedió a una novela de un autor casi desconocido, publicada en una pequeña editorial más desconocida aún. Y en esto se ve, una vez más, la pureza de un fallo que no tiene por qué atender a un autor consagrado ni a una editorial de renombre.

Puede suceder que el libro premiado sea de un escritor ya muy celebrado (Cela, Torrente —dos veces—, Delibes, Javier Marías, Luis Mateo Díez y muchos de este nivel han sido premiados con alguna de sus obras), pero también puede suceder, como este año, que la mejor novela, a juicio del jurado, sea de un autor muy poco conocido. Lo cual es reconfortante por comprobar, de nuevo, la libertad y honestidad profesional de quienes la votan.

Y a esa novela ganadora quiero dedicarle la segunda parte de este artículo. Se titula Martinete del Rey Sombra, y su autor es Raúl Quinto. Para mí, una excelente novela.

Trata de la gran represión contra los gitanos que llevó a cabo el rey Fernando VI y su gran favorito, el Marqués de la Ensenada («martinete» es un palo del cante flamenco, muy de la tradición gitana). Los dos personajes, Rey y Valido, como sabemos, han sido decisivos para la creación de los astilleros ferrolanos y, por tanto, para el desarrollo del Ferrol que se diseña y desarrolla desde mediados del siglo XVIII. Ese Ferrol que a principios de ese siglo estaba habitado por 200 familias y que al final del mismo llegó a las 4.000.

El despegue de Ferrol fue espectacular, llegando a superar a algunas de las siete ciudades del antiguo Reino de Galicia gracias al desarrollo de sus astilleros, que aplicaban ya técnicas muy avanzadas para la época, importadas de Inglaterra, en lo que tuvieron mucho que ver los ingenieros de la Marina, especialmente Jorge Juan.

Pero lo que nos descubre la novela (que tiene un lenguaje poético muy atractivo, y una base histórica muy sólida) es esa represión que se emprendió desde aquel Gobierno contra los gitanos. Primero separaron a los hombres de las mujeres para que no pudieran seguir reproduciéndose (el modo más directo para acabar con la raza, que era lo que se pretendía). Después, los hombres serían trasladados a los astilleros de Cartagena, de Cádiz y de La Graña, porque se necesitaban brazos que trabajasen de sol a sol y sin coste para el erario público.

Había que construir muchos y grandes barcos para no perder la supremacía marítima, que en ese momento correspondía a Inglaterra. Este es el borrón histórico que nos descubre la novela, porque de esta represión y abuso llevados a cabo contra los gitanos nunca se nos dijo nada en los libros de historia.

En fin, que detrás de brillantes empresas siempre hay hechos oscuros que ocultar.