Los hoteles de Ferrol, un oasis de energía durante el apagón: «Llevo 26 años en el Almirante y nunca vi la cafetería tan llena»

FERROL

CÉSAR TOIMIL

Gracias a su grupos electrógenos, grandes alojamientos tuvieron suministro el lunes y se convirtieron en refugio para tomar café, cenar caliente o cargar el móvil

30 abr 2025 . Actualizado a las 12:56 h.

A las 12.32 horas del lunes, todo Ferrol —al igual que el resto de la península ibérica— se quedó sin suministro eléctrico, pero los hoteles más importantes de la ciudad naval, gracias a sus grupos electrógenos, pudieron seguir funcionando con normalidad. Fue lo que sucedió en el Parador de Turismo o el Gran Hotel de Ferrol. Y también en el Almirante de la calle María, cuya cafetería se convirtió de inmediato en una suerte de refugio para personas deseosas de tomar un café o una infusión (muchos bares estaban abiertos, pero solo servían refrescos), cenar caliente, ver las noticias por la televisión o cargar el móvil... Y hasta para los periodistas de la delegación ferrolana de La Voz de Galicia, que se encomendaron como si fuera un santo a la wifi del Almirante para poder enviar la primera crónica de urgencia del gran apagón a la central del periódico en Arteixo.

«La verdad es que fue alucinante, llevo 26 años trabajando en el Almirante y nunca vi tan llena la cafetería del hotel», comenta ya a toro pasado la directora, Mercedes Porto. «En un día normal, la cafetería suele estar bastante concurrida por las mañanas, por la tarde se queda más tranquila y por las noches solo vienen a cenar los huéspedes alojados del hotel. Pero el lunes fue un no parar durante todo el día. A la hora de la comida ya hubo bastante clientela, y tras la sobremesa, el trasiego fue continuo. Por la tarde, vino mucha gente a tomar café, y por la noche, a por la cervezas y cenas a base de hamburguesas, sándwiches y picoteo», explica la responsable del Almirante.

Fue tal la demanda que las despensas y cámaras del hotel se quedaron casi sin existencias al final del día. Pero Mercedes Porto reconoce que se vivieron momentos de nervios, porque, aunque el Almirante dispone de un grupo electrógeno, el depósito de combustible que alimenta el generador estaba solo a la mitad de su capacidad cuando se fue la luz. Es decir, con solo 100 litros de los 200 que puede albergar en total, por lo que los responsables de mantenimiento del hotel, César y Luis, tuvieron que salir hasta dos veces en busca de una gasolinera en la que poder rellenar las garrafas con combustible. «La primera vez fuimos a la de Cepsa en A Gándara, y la segunda vez, volvimos allí, pero era tal la caravana que nos fuimos. Tuvimos suerte porque en la que hay junto a los bomberos, Petrocash, no había nadie y pudimos rellenar las garrafas rápidamente sin problema», explica César.

Gracias a ese combustible, en el Almirante hubo luz durante las dieciséis horas que duró el apagón, el ascensor funcionó con normalidad y la cafetería se transformó en un oasis y punto de reunión de muchos vecinos y amigos. Pero, aunque todo fue bien, Mercedes no pudo conciliar el sueño al caer la noche. «El sábado tenemos una boda en el Pazo Libunca (otro hotel del mismo dueño que el Almirante) y estaba preocupada por si podríamos mantener el servicio al cliente», comenta en una mañana ya normal de martes, aunque al mismo tiempo inusual porque se ha tenido que traer al trabajo a su hijo Jorge, de 4 años.

«De madrugada, a través del Abalar, ya me llegó el mensaje de que hoy (por el martes) se suspendía la actividad lectiva y el transporte escolar, así que me lo traje al hotel», explica Mercedes mientras Jorge devora una napolitana de chocolate y cuenta lo mucho que le gusta su cole, el CEIP Pazos. «Lo del apagón fue un susto, pero me queda la alegría y satisfacción de haber podido atender a la clientela y de que el Almirante se convirtiese en refugio para muchos vecinos», concluye Mercedes.

CÉSAR TOIMIL

Carlos Borreiros, de la ferretería Fortúnez: «Vendimos todos los cámping gas y muchas linternas» 

Ante la incertidumbre de no saber cuántas horas duraría el apagón, muchos vecinos de Ferrol se lanzaron a la calle en busca de aliados para hacer frente a una noche sin electricidad. En la ferretería Fortúnez de Canido, Carlos Borreiros tuvo bastante trajín. «Solo teníamos tres cámping gas y los vendimos todos y también bastantes linternas», comentaba tras el mostrador el martes por la mañana. «Fue una jornada complicada, porque la gente venía nerviosa para comprar el cámping gas, pero ya no nos quedaban y no los podíamos ayudar», explicaba a renglón seguido. Para cobrar no tuvo problema, porque la máquina registradora se puede abrir con llave y la clientela llevaba dinero en metálico. «El lunes quedaron vacíos muchos colchones», bromeaba un cliente de la ferretería.

Manuel Otero, de de Sonimaxe, vendió casi todas las radios a pila que había en la tienda
Manuel Otero, de de Sonimaxe, vendió casi todas las radios a pila que había en la tienda césar toimil

En la tienda Sonimaxe de la calle Magdalena, Manuel Otero también despachó casi todos los transistores a pilas que tenía —doce de un total de 14— y agotó las pilas. «A las seis ya cerré porque no tenía mucho más que vender, y las entregas que tenía previstas —dos lavadoras, un combi y una campana extractora— las tuve que suspender, porque, al no haber electricidad, no las podíamos dejar conectadas».