Manel ya tiene relevo al frente de Sonimaxe: «Dejo el negocio en las mejores manos»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

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Nolberto y Lianne, a la izquierda, toman el testigo de Manel al frente de Sonimaxe
Nolberto y Lianne, a la izquierda, toman el testigo de Manel al frente de Sonimaxe JOSE PARDO

Tras doce años en Telstar y casi 33 al mando de su propio comercio, Manuel Otero se jubila y cede el testigo a Nolberto Almira y Lianne Salgado, una pareja cubana

28 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A medio camino entre la pena por tener que despedirse del «cariño» de su clientela y la ilusión de iniciar una etapa en la que ya tiene claro que no se aburrirá, Manel Otero descuenta las horas que le quedan para su inminente jubilación. El próximo lunes, 30 de junio, será el último día que atenderá a los clientes tras el mostrador de Sonimaxe, en el número 70 de calle Magdalena, la única tienda de electrodomésticos que pervive en el barrio ilustrado. Y con el retiro le llegará el momento de decir adiós a más de treinta años al frente de todo un referente del comercio tradicional ferrolano. «Estos días estoy recibiendo muchas muestras de cariño; la gente me dice que les da mucha pena que me jubile y que a ver qué hacen cuando me vaya, pero yo ya les digo que estén tranquilos porque el negocio seguirá funcionando y lo dejo además en las mejores manos», comenta sonriente.

Esas buenas manos de las que habla no son otras que las de Lianne Salgado y Nolberto Almira, una pareja procedente de Cuba que lleva ya varios años afincada en Ferrol. Los dos están muy preparados y les sobra entusiasmo y ganas de trabajar. Nolberto, que es autónomo y se dedica a trabajos de reforma interior, cuenta con dos títulos de ingeniería (en mecánica industrial y construcción civil), mientras que Lianne estudió finanzas y contabilidad.

«Nos animamos a coger el testigo porque esta tienda está ya muy consolidada, cuenta con una clientela muy fiel y, lo que es más importante, goza de muy buena reputación. Manel nos ha dejado el listón muy alto y nos vamos a esforzar para que su clientela siga viniendo al comercio y confíe en nosotros», apunta Nolberto, que a partir de ahora compaginará su trabajo en el sector de las reformas con otro «a la sombra» en Sonimaxe. Y es que Lianne será la nueva cara visible del negocio, la que estará todos los días en la tienda atendiendo a la clientela, mientras que Nolberto se encargará del servicio posventa, con el reparto y la instalación de los electrodomésticos en los domicilios.

Se trata de dos trabajos bien diferenciados y que hasta ahora asumía en solitario Manel Otero, un comerciante que achaca el éxito de su negocio a tres ingredientes. «Mucho trabajo, constancia y un trato familiar y muy cercano», señala tras el mostrador. «A Manel lo quiere todo el mundo, porque siempre está ahí cuando se le necesita... Y se va porque él quiere, porque yo no lo veo ni viejo ni cansado... ¡Está mejor él con 65 años que yo con 40!», bromea Nolberto a su lado.

JOSE PARDO

Pero, pese a que no lo parezca, Manel carga ya a sus espaldas con 45 años de vida laboral. Comenzó con apenas 19 en la mítica tienda de electrónica Telstar, en los bajos de la antigua plaza de Armas, donde trabajó durante 12 años, hasta que el comercio cerró. Corría el año 1993 y fue entonces cuando Manel, junto con otro socio, decidió montar Sonimaxe en la calle Magdalena. «Era uno de los pocos locales que había disponibles en el centro. Recuerdo que en la calle Galiano estaban casi todos ocupados y los precios eran desorbitados y lo mismo pasaba en la calle Real», rememora.

Sonimaxe comenzó su andadura como un tienda de electrodomésticos de gama marrón, es decir, enfocada a la venta de televisores y equipos de sonido y hasta contaba con un espacio para audiciones. Después, con la llegada de la telefonía móvil, Manel abrió también en sociedad dos tiendas de Vodafone (en el Cantón y en Odeón). Pero, pasado un tiempo, aquella sociedad se disolvió y fue entonces cuando Manel asumió en solitario las riendas de Sonimaxe y cambió su orientación hacia los electrodomésticos de gama blanca (lavadoras, frigoríficos...), pero ofreciendo también pequeños aparatos de cocina y televisores.

«Con la apertura de las grandes superficies las cosas se pusieron más difíciles, pero por suerte siempre he tenido una clientela fiel y el boca a boca hizo mucho», comenta con agradecimiento hacia todas esas personas que confiaron en él cuando tocaba renovar algún electrodoméstico o en momentos de emergencia como el día del gran apagón, cuando volaron las radios a pilas del escaparate. Insiste en que se marcha contento, porque deja el negocio en las manos de Nolberto y Lianne, dos personas «súper trabajadoras». Y asegura que no le da vértigo la jubilación, porque aficiones no le faltan. «Me gusta mucho caminar, la bici eléctrica, la fotografía... Y también aprovecharé para viajar a nuevos destinos, pero no urbanos, sino de naturaleza, que son los que más me gustan. No creo que me dé tiempo a aburrirme».