Con música de fondo

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

I. VALERIO

21 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Sé que la Filarmónica pasa por una situación difícil que hay que abordar desde el análisis del problema y la convicción de que existen soluciones, si hay quienes estén dispuestos a trabajar para encontrarlas. No quiero simplificar el relato, pero creo que no es un problema económico, aunque pueda tener, también, un componente de falta de recursos, materiales, personales e... intangibles, como la paulatina pérdida del arraigo social. A esto hay que añadir la falta de socios jóvenes, relevo natural de una generación que hizo posible una programación musical de notable calidad de esa ejemplar entidad, gracias a la generosa y sostenida entrega de algunos socios para poder ofertar conciertos de música clásica, que, sin La Filarmónica, serían inasequibles.

No sé reflejar en unas líneas la importancia que tiene que, durante décadas, pudiésemos disfrutar del privilegio de poder ver y oír, en directo, la música de los más grandes en el cálido ambiente y el respetuoso silencio de un escenario lleno de aficionados, que ponen música de fondo en sus vidas, porque aprendieron a escuchar y descubrir la indestructible belleza y la espléndida estampa de un violinista interpretando a Mozart. Lo reconozco: esto no es comparable a la silueta de una fragata en el astillero. Pero despierta emociones indescriptibles y momentos de plenitud, que son, casi, antesala del éxtasis. No todos tienen que compartir esta devoción. Pero la posibilidad de hacerlo debe mantenerse. Y para eso es necesario salvar la Filarmónica. Hagamos, cada uno, un socio. Un socio joven, porque necesitamos savia nueva con la fuerza y la pasión que despierta escuchar (y bailar) El lago de los cisnes.