El abogado Manuel Ferreiro se enfrenta a otro caso complicado, ya que el acusado confesó su autoría en cuanto llegó la ambulancia y la policía a la casa de su padre y su abuela. Es más, el auto de prisión detalla que el joven llegó a presionar con la rodilla el cuello de su padre para asestarle golpes más certeros en la cabeza. Mientras, su abuela llamaba, desesperada, a la ambulancia e imploraba clemencia a su nieto. De hecho, en un momento dado el auto describe que él llega a derribarla. Poco después le pidió perdón a la anciana, pero le aseguró que tenía que concluir. El acusado se enfrenta a un delito de homicidio que puede terminar con una pena de prisión de hasta quince años, o incluso de un delito de asesinato, donde el castigo implicaría una reclusión en un penal de 25 años, casi los mismos años que tiene el acusado.
La hermana del acusado (e hija de la víctima) ha contratado al penalista ferrolano Alejandro Seoane que pide la pena más alta. En su escrito de conclusiones provisionales, Seoane califica los hechos como un asesinato agravado, porque considera que concurren las circunstancias de alevosía, ensañamiento, parentesco y la condición de víctima especialmente vulnerable. Es precisamente, esta última circunstancia, según indica Seoane, la que podría conllevar la imposición de la máxima pena privativa de libertad que contempla el Código Penal español: la prisión permanente revisable. Además, se solicita una indemnización de 100.000 euros para la hija del fallecido, en concepto de perjuicio personal básico y daño moral.
El acusado lleva un año y cuatro meses en prisión provisional: su abogado pidió la libertad, pero se la denegaron.