
Dependientes somos todos en alguna circunstancia de nuestra vida. Y, sino valoramos la significación de este hecho, nuestro compromiso nunca será de solidaridad. El mundo se ha ido trasformando en una inmensa «cárcel» en la que todos y cada uno dependemos de una red de artilugios (dada su heterogeneidad no sé llamarlos de otra manera) que nos convierten en esclavos de... Y , si algo, que puede afectar gravemente al normal desarrollo de la vida colectiva, falla, lo más probable es la catástrofe. Porque la prevención, el mantenimiento etc no forman parte de las asignaturas de curso obligado. Y, lo peor: hemos inventado fronteras interiores, que nos han convertido en una España de taifas. Y esta deriva amenaza con extenderse a la desaparición de mecanismos e instituciones que garanticen la cooperación y la solidaridad sin necesidad de solicitarla. Pero, al contrario, parece que cuando el fuego arrasa nuestra tierra (nuestra aunque el fuego no nos queme) las fronteras se vuelven armas arrojadizas que sirven de muro de la responsabilidad.
Siempre hubo catástrofes que costaron vidas y destrozaron un patrimonio diverso, público y privado. Uno de los recuerdos imborrables de mi infancia es haber vivido con qué rapidez ardió (era una desgracia frecuente) la casa de una de las familias más modestas de la parroquia de Santa Cecilia y cómo los vecinos, en tiempo record, se unieron para reconstruirla... Primero con el corazón, después con la voluntad de buscar recursos hasta en el baúl de los recuerdos. Porque Hacienda Pública no había... Hoy lo primero es dar una vivienda a quienes la vieron arder, que se pague con un cheque de la Hacienda Española, que somos todos.