Pancho Varona: «Joaquín Sabina me envió un correo que decía: lo nuestro no es una crisis, es un divorcio»

FERROL

El músico y compositor actúa mañana en La Room y se declara «más gallego que madrileño», además de ser un fanático de Ferrol
09 oct 2025 . Actualizado a las 04:29 h.Con los brazos abiertos acoge Ferrol a Pancho Varona (Madrid, 1957) este viernes, en un aluvión de comentarios positivos hacia su figura en las redes sociales. El autor de grandes clásicos de la música española, como No me importa nada para Luz Casal o Ruido para Joaquín Sabina (entre muchísimas otras), actúa en La Room (20.45 horas) donde derrochará la misma simpatía que en esta entrevista.
—¿Qué pasa entre Pancho Varona y Ferrol?
—¡Cómo no voy a tener devoción por Galicia, me vuelvo loco por ir allá! Yo me declaro más gallego que madrileño. Ferrol es mi casa, La Room también, el hotel Suizo donde me alojo... ¡Y me encanta el restaurante O Galo con sus zamburiñas!
—¿Pero tiene una vinculación personal con Galicia?
—Cuando nos quedamos huérfanos de padre, nos pasábamos tres meses del año en A Coruña con nuestra familia gallega. Allá íbamos mi madre, mi hermana Gloria y yo. Prácticamente nos adoptaron, éramos 13 personas en una casa durante todo el verano. Aquello era una fiesta y desde entonces siento devoción por la tierra gallega, su comida, su folklore. Aquí toco ocho veces al año. Estoy escribiendo una canción que se titula Echaré de menos, en la que hablo de los bosques gallegos.
—¿Y qué echa de menos de aquí?
—Primero a mi familia. Y después lugares maravillosos como el Náutico de San Vicente que es un paraíso. Amo mucho esta tierra y con los incendios lo pasé fatal, cuando viajaba aquí veía la tierra quemada y tenía un dolor de corazón tremendo. De mi infancia recuerdo a mi tío militar, a mis siete primos, el verano en la Hípica, los baños en el Orzán, las sardiñadas en Sada... Esa familia se portó conmigo de maravilla.
—¿Cuántas veces actuó ya en la sala La Room, de Ferrol?
—¡Pues calculo que cinco! Desde la pandemia vengo una vez al año. Conocí a Maxi y Vanessa que llevan la sala, nos enamoramos de ellos y nuestra relación es fantástica. Son muy generosos y amables. Y de la sala me gusta su ambiente roquerito y festivo. Allí aún puedes ir a conciertos y charlar. Por cierto, el sábado también actuaré en A Estrada.
—Aún hay muchos fans que desconocen que usted es el autor de «No me importa nada».
—Mucha gente se sorprende. De los 200 que van a un concierto solo lo saben cincuenta. Otros se enteran en ese momento, es muy bonito contar anécdotas de mis canciones en los propios conciertos. Al público le cuento la historia de cada tema. No me importa nada la compuse junto a mi hermana Gloria y Manolo, el guitarrista de Viceversa. Gloria y yo la pensamos para Ana Belén, pero ella acababa de grabar un disco así que se la presenté en el estudio a Luz Casal. Le dije que era el guitarrista de Sabina, le di la casette con mi teléfono dentro. En un principio, me contestó que ya tenía su disco terminado pero al escuchar la canción me llamó corriendo para incluirla. De las canciones para Luz me llegan derechos de hasta Hong Kong y Japón, de las de Sabina de Latinoamérica y Europa.
—¿Cómo es la época post Joaquín Sabina?
—Muy feliz, esa historia me cargó las pilas. Tenía abandonada la composición y ahora compongo como un poseso, a principios de año grabaré en Asturias. Hago más conciertos que cuando estaba con Joaquín, si me quejase sería un miserable. Me fastidia que acabó feo, él terminó por correo electrónico. Aún así salí reforzado, viajo más y soy mi jefe (risas).
—¿Cómo recuerda esos 40 años con Sabina?
—Con agradecimiento, todo lo que sé y soy se lo debo a él. Gracias a trabajar con él dejé la oposición que preparaba al Ministerio de Defensa (risas).
—Usted demostró que una ruptura puede ser elegante.
—Yo intento que haya el menos barro posible, fue maravilloso trabajar y componer canciones con él. Pero no me gustó su forma de terminar. En un correo muy escueto, Joaquín me dijo que lo nuestro no era una crisis sino un divorcio. Al menos nos quedaron las canciones en custodia compartida.
—Colaboró durante años en la radio con «Gente despierta» en RNE.
—Antes estuve siete en la Ser y después catorce en RNE con Carles Mesa, fue maravilloso hablar de música con total libertad. Echo mucho de menos la radio.
—¿Con quién quiere tocar?
—Con Andrés Calamaro, es amigo y una de mis devociones. Una vez le pedí tocar con él y elegantemente no me contestó. Otro día me mandó una letra, él es caos y Joaquín la medida perfecta. Pero me encantaría tocar con él.