Hoy cumpliría Julia Uceda cien años. Por esta razón, la ciudad de Sevilla, con la Junta de Andalucía y el ayuntamiento local al frente, van a celebrar el recuerdo de la persona y de la poeta con un acto literario en el que Julia volverá a la vida a través de sus versos y de las distintas intervenciones de las personalidades asistentes. El ayuntamiento de Ferrol fue especialmente invitado por la organización, sabedores en Sevilla de la importancia que tuvo Ferrol en la vida y obra de Julia Uceda.
Los ferrolanos hemos tenido la suerte de tener entre nosotros, desde 1976, a una mujer con muchos valores y a una gran poeta. Muchas generaciones de nuestros jóvenes que asistieron a sus clases en los distintos institutos de la ciudad encontraron en ella la llave en ella la llave adecuada para entrar en el mundo de la literatura. Y fuimos también muchos los adultos que hemos disfrutado de sus valiosas iniciativas literarias que llevó a cabo en Ferrol, desde la creación con su amigo Fernando Bores del prestigioso Premio de Poesía “Esquío”, hasta la organización de charlas y tertulias literarias con grandes poetas que, por la amistad con
Julia, acudían a nuestra ciudad. Aquí desarrolló una actividad muy valiosa en el mundo literario, cultural y editorial, que todos los ferrolanos reconocemos y agradecemos. Por algo nuestro Ayuntamiento le otorgó, en sendas ocasiones, las distinciones de Hija
Adoptiva y Medalla de Plata al Mérito cultural.
Pero además de sus méritos literarios, los que tuvimos la suerte de compartir con ella la docencia durante años, sabemos que Julia era una mujer de sólidas convicciones. Solidaria e inconformista, como lo puede atestiguar lo primero que dijo cuando le comunicaron que había ganado el Premio Nacional de Poesía (año 2003): «Es una gran responsabilidad ser la primera que lo consigue, espero que se abra el camino, que el derecho que tiene UNA poeta a ser premiada sea el mismo que el que tiene UN poeta». Sus decisiones en cualquier ámbito eran siempre las de una persona reflexiva y paciente. Aunque se le había pegado un poco de la ironía gallega, era muy clara en sus opiniones. Solía decir, con una mirada amable, pero sin concesiones: «Soy incapaz de obedecer lo que no sea mi propia conciencia».
La voz de Julia Uceda quedará por mucho tiempo entre nosotros, modelada en versos rítmicos muy trabajados, bajo los que subyacen ideas que nos hacen reflexionar. Porque la poesía de Julia es una poesía de la duda y de la búsqueda, de la ausencia, del silencio y de la soledad. Estaba convencida de que la literatura tiene que tirar para arriba a los lectores; no darle lo que ya saben, sino darles a entender lo que no saben.
El libro póstumo de Julia —una antología que ya editó el Ayuntamiento de Ferrol el año pasado y que se reeditará ahora en versión comercial, en Sevilla— lleva el título de uno de sus versos: «A todo lo que pase y se borre y se pierda». Para que no se pase, ni se pierda ni se borre el nombre y el recuerdo de Julia Uceda entre los ferrolanos, escribo hoy estas líneas.