Mares de Cedeira, «o museo do pobo»

ANA F. CUBA CEDEIRA / LA VOZ

CEDEIRA

JOSÉ PARDO

Tras un año y más de cinco mil entradas vendidas, el centro encara nuevos desafíos

12 ago 2017 . Actualizado a las 13:10 h.

El Museo Mares de Cedeira abrió al público el 23 de julio de 2016, tras dos jornadas de presentación a los vecinos. Un año más tarde, el 23 de julio de 2017, el personal del colectivo Apader que se ocupa de la venta de entradas expendió la número 5.000 (la cifra no incluye las visitas gratuitas del alumnado del colegio cedeirés). «Son cifras coas que nunca soñamos», reconoce José Rodríguez Arribe, Jose de Vigo, artífice del proyecto impulsado por el colectivo Mares de Cedeira, junto a Vicente Rey Vilarelle y Eduardo González Villarnovo, Eduardo do Mimo. «Xa nos traspasou como asociación, xa é o museo do pobo, no que un vén e di ‘esta peza tróuxoa o meu avó’», remarca.

Una familia de Guernica que pasa unos días en la villa recorre las salas y al toparse con la colección de malacología Manuel Suárez, con 5.098 piezas, el gesto de la madre, bióloga de formación, es de asombro y fascinación. «¡Ya hubiera querido poder ver esto cuando estudiaba!». Arribe les invita a palpar la arena negra de la playa de Teixidelo, en una pequeña urna. A los niños les cuenta la historia de unos prismáticos extraídos del fondo del mar: «Son os do capitán Nemo, o comandante do Nautilus, de cando se cansou das 20.000 leguas de viaxe submarina, e nós atopámolos». Y les explica que el rostro de odontoceto (un cetáceo) que observan tiene nada menos que doce millones de años.

Las siete mil piezas que alberga el Museo Mares de Cedeira, cedidas por los propios cedeireses, se distribuyen en función de criterios museográficos, por colecciones y salas, espacios vivos a los que van incorporando los materiales de mayor valor, tesoros como el motor fueraborda British Seagull, uno de los miles que salieron de la fábrica británica de motocicletas Sunbeam para el desembarco de Normandía. O la garlopa empleada para alisar las tercias de las duelas de los toneles donde se prensaba el pescado, entre capas de sal, y el pisón de la fábrica de Antonio L. Torres de la Ballina, conocida en su día como «a dos señoritos».

En el libro de firmas, los visitantes no escatiman elogios: «Precioso, alucinante, encantados, excelente...». Y profesional -pese a surgir de una asociación, con apoyo del Concello y la cofradía de pescadores-, como acreditó la Xunta cuando, en mayo, reconoció el Museo Mares de Cedeira como colección visitable, integrándose así en la red museística gallega. Detrás queda un arduo trabajo con ayuda, entre otros, de la Sociedade Galega de Historia Natural, resalta Arribe.

Un sueño colectivo cumplido

En un año ha habido más logros, como los acuerdos con la Facultade de Humanidades de la Universidade da Coruña para que el alumnado realice prácticas en el centro cedeirés, y con Mares de Cultura, en colaboración con el GALP A Mariña-Ortegal, para que los escolares de esta zona conozcan la sala. Y quedan nuevos desafíos: «Ter un técnico para as visitas guiadas, conseguir un director e atopar un mecenas para que un graduado en Ciencias do Mar faga a tese doutoral sobre a malacoloxía de Galicia [a partir de la singular colección Manuel Suárez]». Esta vez, el sueño colectivo se ha cumplido.