El buen tiempo disminuye la demanda en el refugio de transeúntes tras un mes lleno

FERROL CIUDAD

Antes del verano llegaron a tener un pico de demanda debido a la llegada de migrantes procedentes de América latina
18 ago 2022 . Actualizado a las 16:47 h.Hace mes y medio, el refugio de transeúntes Pardo de Atín estaba lleno. Sin embargo, en las últimas semanas suelen quedar libres una media de diez camas, aunque muchas personas optan por pernoctar en los cajeros o en otros espacios de la ciudad. De hecho, la policía local de Ferrol tuvo que persuadir a una pareja de que usase el albergue de Caranza cuando ya estaban instalados en el acceso del centro de salud del barrio.
Los responsables de los servicios sociales creen que el buen tiempo vacía los refugios, a pesar de que en verano llegan muchas personas sin hogar a Ferrol. «Suelen venir a esta ciudad porque saben que no estamos tan saturados como en otros sitios más grandes y los podemos atender mejor. Hace mes y medio tuvimos el albergue lleno, porque acudieron de repente muchas personas originarias de Colombia y Brasil», explica Alberto Lens, responsable de un albergue en el que se llegaron a poner camas supletorias para no dejar a nadie en la calle.
Hay un límite de jornadas para pernoctar en el albergue, pero Lens reconoce que cuando las personas lo necesitan se busca una solución. «Estamos en contacto con los servicios sociales y la idea es dar una atención integral», puntualiza. Por las mañanas, cuando las personas sin hogar deben dejar el albergue, comienza el servicio de Cáritas, donde hay espacios para ducharse y ropa limpia.
Y cuando la mañana termina está el recurso de la Cocina Económica, de la que es responsable Antonio Tostado: «Nosotros no hemos notado que baje la demanda, como en el refugio, al contrario, tenemos cada vez a más familias con niños y la gran mayoría son de América Latina», precisa sobre una asistencia que prestan a 14 menores.
«Pedimos a las administraciones que intervengan para que estos niños no tengan que usar este recurso mucho tiempo, porque hemos tenido casos de familias que han tenido que comer en nuestro comedor durante más de un año», detalla el responsable de una entidad que cada jornada sirve un centenar de almuerzos. La gran mayoría son a personas sin recursos que se encuentran en la calle (en torno a 75) y a una treintena a familias.
42 plazas del albergue. Los usuarios tienen un límite de estancia de 90 días, pero se hacen excepciones.
10 vacantes en verano. Con el buen tiempo hay camas vacías tras una etapa en la que hubo que usar supletorias.
Una ayuda que va más allá de la pernocta: «Tenemos un usuario haciendo prácticas en un súper»
Los responsables del refugio de Caranza no solo buscan una solución pasajera para los usuarios, sino que se coordinan con Cáritas y otras entidades para que los usuarios acudan a cursos e intenten acceder a un empleo: «El objetivo no es solo solucionar dónde van a dormir, sino que va más allá, que busquen empleo y una vida, ahora mismo estamos muy orgullosos, porque tenemos un usuario haciendo prácticas en un súper de la ciudad», detalla Alberto Lens, responsable de un espacio que cuenta con 42 camas. «Por ahora no necesitamos más», apunta.
Cuando los usuarios se levantan pueden acudir a los servicios de ducha y desayuno de Cáritas, donde también les espera ropa limpia y una sala con ordenadores para realizar todas las gestiones que necesiten. Por las tardes hay programas de inserción laboral o cursos para aprender oficios o habilidades sociales.