Emotivo homenaje a un buzo de la Armada en Ferrol: «Hice veinte rescates en el mar, pero nunca tuve miedo a la muerte»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Homenaje sorpresa al buzo retirado de la Armada, Enrique García Manso
Homenaje sorpresa al buzo retirado de la Armada, Enrique García Manso CESAR TOIMIL

Enrique García Manso, que también recuperó tesoros arqueológicos de buques hundidos, recibió el tributo sorpresa de sus amigos tras su jubilación

09 jun 2023 . Actualizado a las 10:09 h.

Ante los ojos de Enrique García Manso han pasado maravillas submarinas propias de las novelas de Julio Verne. Desde los pulpos cuando era pequeño en las rocas de Valdoviño, hasta los tesoros arqueológicos de buques hundidos en siglos pasados. Pero este buzo de la Armada de Ferrol, recientemente retirado, también se ha enfrentado a dramas personales. «Hice veinte rescates en el mar, personas vivas y muertas, incluido el cuerpo de mi primo, pero nunca tuve miedo a la muerte» reconocía este miércoles con emoción contenida, ante el homenaje sorpresa brindado por sus amigos. 

En el restaurante Oliva de Ferrol Vello, García Manso se encontró con la fiesta preparada por sus compañeros del mar. Entre ellos estaban Juan Codesido, inspector del servicio de guardacostas, buceador profesional e instructor; Miguel Parra, como instructor de buceo deportivo y amigo de Enrique desde hace más de 35 años; y otros colegas del buceo tanto militar como profesional y deportivo. Al borde de las lágrimas, Codesido le dedicó este reconocimiento «por ser buena persona con un corazón que no le cabe en un pecho, por tu carrera profesional y porque serás buzo toda tu vida».

Con un cuadro pintado por Codesido en el que aparece Enrique de joven vestido de buzo, el homenajeado se mostraba «tan emocionado que no me salen las palabras, yo llevo desde los 16 años haciendo mis pinitos en los acantilados, después me pasé a las Fuerzas Armadas donde hice la especialidad de buzo de la Armada». También es buceador deportivo de dos estrellas. Los tres amigos se declaran «envenenados por el tema del buceo, es como dopamina, como una droga pero en sano que se te mete dentro y de la que no puedes salir»

La penúltima hazaña

La última (o penúltima) hazaña, aunque triste, de Enrique aún ocurrió el verano pasado cuando él tenía 64 años. Su primo había desaparecido en la costa de Ferrol cuando pescaba con caña. Durante una semana, todas las fuerzas de seguridad y equipos de rescate intentaron localizarlo sin éxito. «Su desaparición fue una fatalidad, suponía que el pobre se había quedado metido en una cueva así que decidí ir con amigos de confianza a rescatar el cuerpo», explica Enrique. Y encontraron el cadáver de su primo justo donde suponían. Lamenta Codesido que «las administraciones no lo consiguieron durante un tiempo». Y como añade Parra, que buceó con Enrique para rescatar el cuerpo, «tuvimos que tomar nosotros la iniciativa con todas las consecuencias, no invadimos competencias porque teníamos la titulación de rescate y qué no vas a hacer por un familiar».  

Para hablar de esta pasión, todos regresan a su infancia. «Mi familia es nativa de Valdoviño y todos los juegos los hacía en el agua, me paseaba con la familia pescando por los acantilados», recuerda Enrique. Para Codesido, «te vas enganchando y yo aprendí a nadar debajo de la iglesia de Santa Comba, con mi padre y con gafas de bucear cogiendo pulpos». Durante todos estos años, Enrique García Manso rescató a más de veinte personas tanto vivas como muertas: «Como cinco moribundos perdidos en la isla de Ízaro por un temporal, la mente se acostumbra porque es tu trabajo y no piensas en la muerte en absoluto porque ese pensamiento negativo no debe existir en tu cerebro». Añade Codesido que esto «es técnica pura, lo aprendes y perfeccionas con todos sus riesgos, sin tiempo para las emociones». 

Pero Enrique también bajó a pecios «para algo tan bonito como el rescate de restos arqueológicos que van para los museos y con lo que colaboras con la Xunta en la preservación del patrimonio». Así buceo por La Magdalena (el mayor naufragio de la historia de Galicia ante Viveiro), por buques hundidos en Corcubión o por naves en la boca de la ría de Ferrol. Al final, los tres amigos permanecen unidos por el vínculo de los hermanos de mar: «Solo con mirarnos a los ojos, nos entendemos sin hablar».