Se apaga la luz de Marisa Rodríguez, la churrera del Bonilla: «Siempre estaba feliz y contenta»

Carla Elías Martínez
C. Elías FERROL

FERROL CIUDAD

Imagen de archivo de Marisa, en el Bonilla, sirviendo cafés con su hijo Alejandro
Imagen de archivo de Marisa, en el Bonilla, sirviendo cafés con su hijo Alejandro JOSE PARDO

La capilla ardiente está instalada en el tanatorio San Lorenzo y el sepelio será el miércoles en el cementerio de Catabois

02 abr 2024 . Actualizado a las 20:21 h.

«Siempre estaba feliz y contenta. A pesar de lo duro que las enfermedades han golpeado a su familia, Marisa siempre tenía una sonrisa en su rostro», recuerda sobre la afable churrera del Café Bonilla, María Luisa Rodríguez, Jorge Amador, gerente de otro emblemático establecimiento gourmet, ubicado justo en frente. Y es que quienes recuerdan a Marisa destacan su alegría para enfrentarse a cualquier vicisitud de la vida. «Conocía a todo el mundo. Tanto, que cuando quería ir desde su casa, en la calle Real, hasta el Bonilla, podía tardar dos horas parándose a hablar con medio Ferrol», añade el emblemático periodista Paco Varela. Asegura que era su «mejor fuente de información sobre la vida social ferrolana tan compleja», señala. Además de recordar con cariño el amor que procesaba Marisa por su padre.

Marisa nació en una familia de ADN hostelero. Sus padres Amalia y Ángel pusieron en marcha la primera cafetería de la familia, El Moderno, ubicada en la plaza de Armas. Marisa ya estuvo tras esa barra. Y de ahí se mudaron a la plaza del Callao donde abrieron El Bonilla, con los churros caseros elaborados por la familia y el chocolate como estandarte.

«Tenía mucho sentido del humor y agilidad mental para dar una respuesta graciosa a cualquier ocurrencia», recuerda el abogado ferrolano Suso Porta, amigo de la familia. Hablaba y conocía a todos sus clientes. «Era una persona muy cercana. Se sentaba en la mesa siempre para charlar contigo. Trataba de que los clientes se encontrasen siempre cómodos», añade Porta. Uno de sus dos hijos, Alejandro —hermano de Farruco— siguió su legado en la cafetería. Durante varios años compartieron barra de una churrería de la que ella se sentía más que orgullosa. «Este lugar forma parte de los recuerdos de mucha gente y esa es una de las cosas que más me gustan de él; siento una alegría enorme cuando alguien viene y me dice que aquí se hizo novio de su mujer o que nuestro chocolate era el premio que le daban sus padres si se portaba bien de pequeño», explicó Marisa en una entrevista a La Voz hace 16 años.

De la mano de su marido Andrés Rañal, exdirectivo del Racing, y sus amigos Isidro Silveira y su mujer Elina, Marisa viajaba a ver el fútbol, como recuerdan sus allegados, para disfrutar de ‘la carallada’.

Marisa falleció hoy martes a los 68 años, la capilla ardiente está instalada en el tanatorio San Lorenzo. El sepelio se llevará a cabo el miércoles en el cementerio de Catabois (salida del tanatorio a las 12.00 horas), tras lo que se oficiará el funeral en la concatedral de San Julián (13.00 horas).