La reina Sofía ejercerá de madrina en la botadura de la fragata F-111 Bonifaz Para la Armada española. He tenido el privilegio de asistir a algunas botaduras y guardo un emotivo recuerdo. Son señas de identidad y prosperidad de una ciudad y una comarca que tanto deben a la Constructora (así se llamaba antaño al astillero). Desde que supe que Doña Sofía daría el «golpe de honor» estrellando en el barco una botella de cava, como manda la tradición, consideré que era una hermosa oportunidad de transmitir a mis lectores la admiración, respeto y afecto que me inspira su figura. Tuve el privilegio de saludarla y tener con ella alguna breve conversación en varias ocasiones. Me gustaba mirarla a los ojos porque su respuesta era una leve sonrisa que rompía cualquier barrera protocolaria. Todavía puedo recuperar la sensación que me producía su apretón de manos, tan singular, tan intenso. Siempre me pareció un gesto de complicidad y fortaleza... Eran tiempos en los que se pretendía, por encima de otras legítimas aspiraciones, consolidar la democracia. Y la reina era la imagen perfecta de una primera dama que supo serlo sin salirse del espacio ni del papel que le correspondía. Admiro a la reina de la Transición, a la madre de nuestro rey Felipe VI, a la abuela incondicional... a la mujer que lloró con ternura y discreción la muerte de Don Juan, su suegro. Y a la excelente embajadora que prestigia a España allá a donde vaya. Y quiero que nuestro alcalde, al recibirla, piense que somos muchos los que nos unimos a su saludo, con la emoción de sentirla muy cerca y compartiendo la brisa de un mar que va a recibir un barco emblema de excelencia.