La vivienda, situada en el valle de Santa Cruz, fue adquirida en 1957 por Encarnita, una vecina de esa misma parroquia que hizo fortuna en Cuba
29 nov 2023 . Actualizado a las 23:30 h.La abuela materna de Manuel, el actual propietario de esta vivienda de O Castro, en la parroquia de Santa Cruz (Moeche), nació en otra casa de la misma aldea, igual que su marido. Al casarse se mudaron a Mera de Arriba (Ortigueira) y más adelante, cuando ya habían nacido cuatro de sus seis hijos, se trasladaron a San Pedro de Nós, en el municipio de Oleiros. Los bisabuelos de Manuel fallecieron muy jóvenes, y sus nueve hijos, entre ellos su abuela y su tía abuela Encarnita, se fueron a vivir con sus respectivos padrinos. El mayor decidió marcharse a Cuba y al poco regresó y se llevó a Encarnita, que luego sería la madrina de Manuel.
Aquella jovencita aprendió a leer y a escribir y acabó haciendo fortuna en la isla y, entre otras propiedades, adquirió la casa que legó a su ahijado. «Se la dejó en usufructo a uno de sus hermanos hasta su muerte, cuando pasó a mí porque soy el heredero, como ahijado», explica el legatario. La historia de Encarnita merece un capítulo aparte. En Cuba se casó «con un barón» francés, que se había hecho con varias empresas azucareras. Con él viajó por Francia, España «y por todo el mundo», pero el matrimonio duró poco, por el prematuro fallecimiento de su marido. Sin hijos, heredó todas sus posesiones. Como relata su ahijado, «ya estaba situada en la alta sociedad cubana» y contrajo segundas nupcias con el general Montalvo, que fue ministro de la Guerra durante la dictadura de Batista (duró de 1952 a 1959) y se murió tras la Revolución, al poco de la llegada de Fidel Castro al poder, en Miami, donde se había exiliado con su mujer.
«Lograron sacar parte de su capital, pero la casa de Varadero y el resto de los inmuebles y las empresas azucareras se quedaron ahí, claro», apunta Manuel. El tercer y último esposo de su madrina fue un industrial americano. Encarnita derrochó generosidad con sus hermanos: «Compró casas y terrenos para todos, y alguna la mandó construir». La de O Castro data de 1860. «En 1920 o 1930 la compró alguien, que acabó vendiéndosela a ella en 1957», indica.
La vivienda, restaurada por Manuel y decorada en estilo provenzal (rústico, romántico y vintage), está dividida en dos plantas y buhardilla, con unos 300 metros cuadrados habitables. La parte de abajo se distribuye entre una «gran» cocina, que cuenta con un pozo de agua interior, algo poco frecuente, horno y fregaderos de piedra de Moeche, toelo; otra amplia estancia pensada para despacho (zona de trabajo) y salón-biblioteca; el baño y la entrada. En el primer piso (de madera de castaño, igual que las puertas y la carpintería exterior) hay cuatro habitaciones, un baño y una singular galería de madera, piedra y pizarra. La buhardilla dispone de unos 70 metros cuadrados útiles. En el exterior hay un alpendre independiente y una pequeña construcción separada, para cuadra o trastero.
En la parte de atrás del inmueble se conserva un hórreo, en restauración, justo frente a la terraza exterior de la vivienda, un espacio concebido por el actual propietario para desayunar o leer. Por la parte de abajo de la finca, de algo más de ocho mil metros cuadrados, discurre un riachuelo, flanqueado por álamos, plantados hace un par de décadas. En el resto de la parcela crecen castaños, robles, nogales, un par de naranjos, otros tantos limoneros y un enorme magnolio. Su dueño destaca «las vistas al pequeño valle de Santa Cruz y las montañas» que lo rodean. Incide, sobre todo, en la tranquilidad del lugar, «alejado de ruidos y agobios», que se percibe en la casa, «especialmente diseñada para descansar o leer, o como excelente oficina de trabajo». La casa está a la venta por 300.000 euros y se puede concertar una visita llamando al 600 283 285.