Ramón Domínguez, dueño de Mayka Moda: «Si hace frío y caen unas gotas es lo mejor, se llena la tienda»

f. fernández FERROL / LA VOZ

MUGARDOS

Kiko Delgado

Ramón y su hermano Basilio dirigen tres comercios de moda, un negocio familiar fundado por su madre hace 54 años

19 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ramón Domínguez Casal y su hermano Basilio dirigen Mayka Moda, un negocio familiar que fundó su madre hace 54 años en Mugardos. Un negocio que, en realidad, «empezaron mis abuelos, pero por aquel entonces no había tiendas, iban por los pueblos, se vendía de casa en casa», cuenta Ramón. Hasta que «mi madre decidió montar un negocio, empezó con zapatos y después metió ropa». Esa primera tienda ya se llamó Mayka, que viene de Mari Carmen, nombre de una prima del padre. Todavía sigue abierta, pero los hermanos Domínguez Casal decidieron expandirse hace unos años y abrir también en Fene, que lleva Ramón, y en Narón, con Basilio al frente.

—Creció en la tienda de su madre.

—Mi hermano y yo, nos llevamos tres años y pico de diferencia, nacimos en esto. No concibo trabajar en otra cosa y, con los años que llevo, me sigue gustando mucho.

—A la tienda de Fene le acaba de dar un cambio, ¿qué tipo de productos vende?

—La acabamos de reinaugurar toda nueva, con mayor prioridad a los zapatos, siempre fueron nuestro fuerte, pero también hay ropa. En calzado tenemos casi todas las mejores marcas españolas.

—¿Cómo son sus clientes?

—En las tiendas de pueblo coges todo el abanico de edades, pero, sobre todo, de 30 años para arriba. Los zapatos hay que probarlos y eso no se puede hacer por internet, es lo que nos salva. Tenemos clientela de toda la vida, con la que tienes una amistad, te preocupas... Llegas a una gran superficie y te tienes que servir tú solo; en internet, si no te quedan bien, tienes que devolverlos.

—¿Qué es lo que más venden?

—Zapatos, con mucha diferencia. El invierno es más seguro porque es más largo. En verano dependes mucho del tiempo, como este que ha sido malísimo.

—O sea, que este verano vendieron pocas sandalias.

—Pocas, sí, más al final, pero no como otros años.

—¿Está pendiente del tiempo que va a hacer para saber si va a vender mucho o poco?

—Hombre claro.

—¿Cómo va la temporada de invierno?

—En líneas generales bien, pero ya ves que hace calorcito...

—Estará deseando que empiece a llover para vender más botas...

—(risas). Más que llover, que haga frío. Nos ayuda más. Porque si llueve mucho mucho tampoco es bueno, porque la gente ya no sale tanto de casa, o sale solo por la mañana, son cosas que vas aprendiendo con los años. Que llueva está bien, pero si hace frío y caen unas gotas eso es lo mejor. Se llena la tienda. Creo que mañana [por el martes] dan lluvia...

—Sí...

—Pues hoy [por el lunes] ya se notó un montón. Fue un lunes bastante movidito.

—¿La gente se gasta mucho dinero en zapatos?

—Sí, les gusta comprar un buen producto. La gente que viene ya sabe que va a comprar unos zapatos que le van a durar. También es verdad que no se gasta como hace años, hoy la vida está cara. Al final un buen zapato vale la pena.

—Pero si duran tanto, venderá menos...

—Sí, pero cada año hay que renovar.

—¿Quién compra más?

—Las mujeres.

—¿Zapatos de tacón?

—No, ya no. Casi ya no hay y, si lo hay, es un tacón cómodo, no muy alto, ahora se venden, sobre todo, botines.

—¿Se plantearon abrir en Ferrol?

—Tuvimos un momento que lo pensamos, pero yo tengo que estar en mi tienda, mi hermano tiene que estar en la suya, el dueño tiene que estar, aunque tengas empleadas como las nuestras, con las que estoy encantado, pero tengo que estar. Si tienes muchas tiendas, no puedes estar.

—¿Cuántos pares de zapatos tiene en casa?

—Unos cuantos (risas). Tengo muchos, la verdad, no voy a venir a trabajar con los mismos.

—¿Cómo han sorteado la crisis del pequeño comercio por la irrupción de las ventas por internet y las grandes superficies?

—Pasé por épocas difíciles, como la reconversión industrial de Astano; el auge de los centros comerciales... Pero me di cuenta a lo largo de estos años de que los clientes acaban volviendo, saben que aquí van a comprar un producto bueno, de calidad.

—¿Notan el auge de trabajo en el astillero?

—Se nota más actividad, sí.

—¿Se planteó en algún momento cerrar alguna tienda?

—No, hubo épocas de apuros, la peor, la de la pandemia. Si salimos de esa, podemos con todo. Pero está claro que no puedes dormirte en los laureles, no puedes decir que como vendo y me va bien, no arreglo el comercio, no intento tener el mejor producto cada año.