Por la costa, de Ferrol a Barreiros, alternando tren y microbús: «El viaje es espectacular, solo sobra foresta»

ANA F. CUBA SAN SADURNIÑO / LA VOZ

SAN SADURNIÑO

Los hermanos Airado Cabarcos, en la subida al monte Comado, en Barreiros, tras viajar desde Narón en tren
Los hermanos Airado Cabarcos, en la subida al monte Comado, en Barreiros, tras viajar desde Narón en tren J. A.

Un desprendimiento provocó una avería en el ferrocarril en San Sadurniño, el viernes, y obligó a hacer transbordos por carretera todo el fin de semana

23 ene 2024 . Actualizado a las 16:06 h.

Un desprendimiento de tierra provocó una avería en uno de los coches del tren que circulaba por San Sadurniño, sobre las seis de la tarde del viernes. Afectó a un eje y dejó inoperativa la vía entre los apeaderos de Apalla y Lamas, en un punto situado entre los lugares de Soutullo y Vilanova, en la parroquia de Lamas. Ese tramo quedó interceptado mientras duraron los trabajos, todo el fin de semana, y el servicio no se restableció hasta el lunes por la mañana, según confirmaron Renfe, empresa encargada de prestar el servicio, y Adif, responsable de la infraestructura.

Los cuatro pasajeros que iban en el coche averiado salieron ilesos y fueron evacuados. Quienes utilizaron el antiguo Feve durante el fin de semana también sufrieron las consecuencias de este percance. Los servicios entre Ferrol y San Sadurniño funcionaron con normalidad, no así los de Ferrol a Ortigueira y los de Ferrol a Ribadeo, en ambos sentidos del tráfico. El nedense Juan Antonio Airado Cabarcos, vecino de Narón, llevaba tiempo con ganas de «hacer una excursión en tren» hasta la costa de Lugo. Este fin de semana convenció a su hermano, José Manuel, y pasadas las ocho de la mañana estaban en la estación de Virxe do Mar, en Narón. «Me queda pegada a casa, aún era de noche, llevaba el equipo de parapente, un macuto grande... y la persona que estaba en la estación nos dijo que parecía que íbamos a la campaña del bonito», relata entre risas. De lo que no les advirtió fue de que, a los pocos minutos de subirse al tren tendrían que bajarse.

De apeadero en apeadero

«El revisor no nos avisó, de haberlo sabido seguramente lo hubiéramos dejado para otro día», comenta. Cuando ya habían recorrido unos kilómetros, el interventor les comentó que había algo en la vía, que tenían que apearse y que ya les estaba esperando un taxi para llevarlos hasta Ortigueira, donde podrían continuar viaje en tren hasta su destino. «Íbamos seis o siete pasajeros y apareció un microbús, que fue pasando por algunas estaciones. En algún apeadero miraban desde arriba y pitaban, y si no veían a nadie ya seguían», relata.

En algún punto del trayecto, cerca de un apeadero, Juan Antonio observó a una señora corriendo y avisó al revisor, que les acompañaba en el microbús, igual que el maquinista. «Les dije que parecía que había alguien, pararon y era una pareja de extranjeros que estaban esperando el tren, pero en sentido contrario, hacia Ferrol. Mucho no les informaron, la verdad. Arrancamos y llamaron por teléfono para que les mandaran un taxi», explica.

Una vez en la estación de Ortigueira, volvieron a montarse en el tren. Poco después, el tren se detuvo «en una zona de mucho bosque, en una especie de curva», pero la circulación se reanudó al momento. Algo después se paró de nuevo y creyeron que se había topado con algún obstáculo. «El maquinista fue al vagón de atrás, ni siquiera cerró bien la puerta y quedó batiendo hasta que avisamos, pero arrancó y ya seguimos», cuenta. Así hasta Reinante (Barreiros), su destino. «El viaje es espectacular, el tren es muy cómodo, mucho más que el coche, lo único que sobra foresta —reitera—, si no, se vería mucho mejor el paisaje, vas mucho rato entre árboles y cierres de fincas, y hay zonas en las que va rozando con los cristales la maleza, falta mantenimiento».

Partieron de Virxe do Mar a las 8.25 horas y recalaron en Reinante a las 11.30, quince minutos más tarde de lo previsto, debido al transbordo por carretera. La experiencia resultó «muy buena, para repetir». Con el equipo de parapente a cuestas, subieron andando hasta el monte Comado, desde donde Juan despegó, y tras el vuelo regresaron en coche con otro compañero. «Teníamos pensado ir en tren, claro, pero al estar cortada la vía... aunque después de llegar a casa oí el tren e iba en hora», apunta.