Los ayuntamientos están en el punto de mira del desmantelamiento democrático que se está produciendo en todo el Estado, inducido por las políticas liberales europeas. Los poderes político, económico y mediático, que hoy están introduciendo ese poder democrático del Estado en las cajas fuertes de la tecnocracia, van a impulsar su ofensiva sobre el resorte básico de la sociedad: todos y cada uno de los concellos del país, para intoxicar primero y manipular después las cuestiones que directamente afectan a la ciudadanía.
Aquí, en Vigo, no puede existir complementariedad en el futuro gobierno de izquierdas desde el momento en que AGE podría constituir una mayoría alternativa. En el futuro, la unidad de la izquierda no es una veleidad minoritaria de quienes asumen un discurso ideario y un camino diferente al marcado hasta ahora.
Pienso que desde el Concello de Vigo deberá desarrollarse una alternativa social a la crisis a través de un proceso participativo, con un modelo más equitativo y sostenible, que cree empleo, combata las desigualdades y defienda la justicia ante el saqueo a los trabajadores con las políticas anticrisis y la pulverización de las infraestructuras y servicios públicos. Ese nuevo proceso participativo en la cosa municipal será la mejor garantía para impedir que ese expolio a los derechos sociales básicos sea ya irreversible. Por eso debiera cambiarse el carácter de la organización social de nuestro territorio, sepultado bajo la cultura de la indiferencia municipal que favorece la evolución de la democracia hacia el autoritarismo postdemocrático. Estoy convencido que sin alternativa municipal de la izquierda política no hay democracia.
Es posible crear otro mundo municipal diferente, participativo y descentralizado. La apariencia opaca de la sociedad viguesa no impide hablar más con los ciudadanos. Esta es una invitación a reflexionar y a actuar, a buscar renovadas maneras de afrontar viejos y nuevos problemas, a desarrollar una conciencia ecológica, política y cívica que nos ayude a mejorar en temas fundamentales que afectan al municipalismo como la sanidad, la ecología, la educación, la integración o la vivienda, con nuevas políticas que reformen el papel del sector público como garantía de bienestar.
¿Para qué reforzar la soberanía municipal desde un planteamiento de la izquierda de verdad ? Pues, por ejemplo, no me extrañaría que muy pronto el plan de ordenación urbanística se decidiera en Bruselas. El municipio es un eslabón muy atractivo para la política especulativa y depredadora del liberalismo más duro, no solo para aprovechar la gran oportunidad de revertir las conquistas sociales y de reconstruir un capitalismo más barato, sino también para engullir la institución y la cultura municipal. El municipalismo es el último bastión de la democracia del Estado.
La Alternativa Galega de Esquerda (AGE), junto con toda la izquierda política y social de la ciudadanía viguesa, deberá establecer una opción convincente ante lo que podría ser la oportunidad de unas elecciones municipales decisivas.