La primera vez que se habló de la construcción de 52 viviendas de promoción pública en el barrio de Covadonga fue el 15 de marzo del año 2006. Ese día la antigua Consellería de Vivenda e Solo -en manos de la nacionalista Teresa Táboas- anunció un plan que incluía esa actuación y otras similares en diversos puntos de la provincia. Desde el primer momento, el gobierno autonómico vendió esta iniciativa como una de sus principales inversiones en la capital ourensana y quiso convertirla en un proyecto emblemático.
Con esa intención, la consellería convocó a finales del 2006 un concurso de ideas al que se presentaron quince estudios de arquitectura. Se pedían proyectos especiales, que pusieran «en valor a aplicación das técnicas construtivas que supoñan un menor uso de materiais, en particular aqueles máis contaminantes, e un maior aforro enerxético». Se preveía entonces un presupuesto de 3,6 millones, pero la inversión necesaria para su ejecución fue engordando hasta los 6,4 millones. A cambio, las nuevas viviendas de protección de Covandonga serían las primeras en cumplir con las «Normas do Hábitat» puestas en marcha por la consellería. Se trataba de construir inmuebles sostenibles, con placas solares para garantizar su funcionamiento energético, carpinterías ventiladas para contar con una buena refrigeración o de un sistema de redes separadas para los desagües de las viviendas, lo que permitiría el aprovechamiento de las aguas blancas y grises para el riego y la limpieza de zonas comunes.
Adjudicación y olvido
Finalmente, las obras fueron adjudicadas el día 12 de mayo del 2008 y, tras ser paralizadas por la empresa seleccionada en abril del 2011, cayeron en el olvido. Más allá de las acciones administrativas relacionadas con el contrato o las licencias, los políticos locales no se acordaron más de este proyecto. En la campaña de las últimas autonómicas, por ejemplo, fueron varios los partidos que fueron a fotografiarse junto a las obras, también paradas, del centro de interpretación de parques naturales de Quintela, pero ninguno denunció el retraso acumulado en Covadonga.