El alcalde reprobado y el cómico Joe Rígoli: «Yo sigo»

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

15 jun 2013 . Actualizado a las 22:53 h.

Si los 107.597 vecinos de la capital ourensana fuesen el juez Elpidio José Silva seguro que una mayoría le diría al reprobado alcalde de Ourense la frase que el togado le soltó al expresidente de Caja Madrid antes de enseñarle el camino de Alcalá-Meco: «Usted a mí me tiene que convencer; pero no me convencen sus explicaciones». Seguro que muchos de esos vecinos le enseñarían al regidor el camino de la calle por su ineficacia a la hora de gobernar el Concello. En cambio, todo sigue igual en la Praza Maior. Es un ejemplo claro de que el verdadero poder no está en un voto democrático (como el que censuró al regidor) sino en un auto judicial (el que mandó a presidio a Blesa). La mayoría de los vecinos (PP, BNG y DO) reprobaron (que en la RAE significa «dar por malo») a Agustín Fernández Gallego y a éste no se le ocurre otra cosa (quizás por el influjo reciente de los mariachis, el ron y los gin-tonics) que mudarse en el cómico Joe Rígoli y decir, como Felipito Takatún, el personaje de la televisión de la transición: «Yo sigo». Lo que ocurre en el Concello de Ourense es una muestra del desafecto que producen estos políticos en los ciudadanos. Se aferran al cargo para defender sus nóminas (en el caso del alcalde también la de su hija y la de su jefa del PSOE) por encima de desaprobaciones. Si en lugar del Concello de Ourense fuese una empresa privada llamada Ourense, S. A. Agustín Fernández estaría en la calle. ¿Alguien, que no sea político, puede pensar que a un ejecutivo de una sociedad anónima al que la mayoría de los accionistas «dan por malo» va a seguir al frente de la empresa? Con el dinero público todo vale. Por eso el alcalde (y con él los otros concejales del PSOE que defienden sus dedicaciones exclusivas) se agarran al sillón dejando de lado principios básicos, cada vez más valorados por la sociedad, como son la ética y la decencia. Pide el alcalde que le echen con una moción de censura sabiendo que eso no es posible porque ésta no es un criterio administrativo de quita y pon. La censura es un derecho legal que se rige (bien sé que a veces no) por criterios de coherencia y honestidad ante los ciudadanos. Y no veo coherente ni honesto que el BNG pacte con el Partido Popular un intercambio de remunerados puestos entre políticos de sus siglas. Para eso, sirven los que están.

La frase. Pachi Vázquez habló de su presencia en las primarias del PSdeG: «O que me pide o corpo é serlle útil ao meu país». ¿No habrá ningún amigo que le anime a darle un gusto al cuerpo? ¿No habrá nadie que le diga que una buena forma de ser útil es hacer mutis por el foro? ¿No le fue suficiente lo que le dijo el país hace unos meses cuando le retiró 230.817 de los 524.488 votos que le había dado a Touriño? Me temo que el jefe del PSOE gallego haya tenido un lapsus y lo que quería decir fuese algo así: «O que me pide o corpo é vivir do meu país sexa nun carguiño no Senado ou no Parlamento Europeo».