Kyril Podkovyrov, un ucraniano de 17 años, completó su tercera temporada con el Marín Peixe Galego. Su padre fue un jugador de baloncesto profesional
23 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Comenzó a caminar el mismo día que empezó a botar un balón de baloncesto. No podía resistir el encanto de la pelota. No tiene memoria de esos primeros instantes de su relación con el básquet, pero el ucraniano Kyril, uno de los cachorros del Marín Peixe Galego, sí recuerda que con 5 años le pedía a su padre, insistentemente, que le lanzara la bola.
«Le dije que me enseñara a jugar -relata Kyril-. Mi padre me preguntó si estaba seguro de ello, y aquí estoy hoy, jugando», añade el oriundo de la localidad ucraniana de Khimik. A sus 17 años, completó su tercera temporada como base del cuadro marinense.
El romance con el deporte en el que se doctoraron Magic Johnson, Michael Jordan y Patrick Ewing no es casual. El progenitor de Kyril fue jugador profesional del Budivelnik de Kiev, la capital de Ucrania. Allí brillaron magos del balón de la talla del mítico Vladimir Tkachenko, Sergei Kovalenko y Alexander Volkov.
«De pequeño le decía a mi padre que me llevara a sus entrenamientos, a sus partidos», precisa Kyril, que estudia Primero de Bachiller en Marín. «Era la mejor forma de estar siempre en contacto con el balón».
A los 6 años, el base del Peixe Galego formaba parte del equipo del colegio de su ciudad natal. Lo curioso es que era el único que tenía esa edad tan corta. El resto de sus compañeros eran tres años mayores que él. «El primer año solo me dejaban entrenar con ellos, pero al año siguiente jugaba. Y como lo hacía bien, me aceptaban», explica Kyril, todo un diablo con el balón en la mano.
En las canchas escolares, el ucraniano dejaba huella. Pasaron los años y, al alcanzar la adolescencia, Kyril fue llamado a participar en un Europeo luciendo los colores de su selección. También disputó la Euroliga de categorías base con el Khimik. Fue bajo los focos de la competición continental que el Peixe Galego descubrió el arte de sus muñecas. «El club me invitó a venir y probar aquí una semana -detalla-. Entrené y me cogieron».
Kyril está contento en el pabellón de A Raña. Le resta una temporada con la escuadra peixe. No oculta su intención de pescar en alta mar. «Me gustaría llegar a ser profesional, por eso juego», admite. «Sería un sueño poder jugar en España, es el segundo país donde hay mejor baloncesto, después de Estados Unidos».
Antes de aterrizar en Marín, Kyril también barajó la idea de estudiar y jugar al baloncesto en Estados Unidos. «Mi padre me recomendó que me quedara en España porque en Estados Unidos el básquet era más físico. Aquí es más técnico y es mejor para seguir creciendo», subraya.
Además del aro, Kyril también dribla con los pies. «Al fútbol no juego mal, pero soy mejor al básquet». ¿Qué hace falta para triunfar? «Para ser mejor hay que entrenar todos los días. Es así», recalca con madurez. Esta temporada, la liga EBA volverá a disfrutar de sus travesuras.
desde la base. La promesa