El BNG solicitó ya hace un año al gobierno local que adoptara medidas para solucionar un problema que se agravaba día a día. Entonces proponía aplicar la ordenanza antibotellón en la plaza de la Princesa y entorno. El gobierno municipal rechazó la propuesta de Santiago Domínguez alegando entonces el alcalde que «en esa plaza no hay botellón, hay otra cuestión y hay que tratrarla como lo que es». Sin embargo, transcurrido más de un año desde aquellas palabras, pronunciadas el 21 de junio del 2012, la solución no solo no ha llegado, sino que se ha agravado el problema. Con motivo de la colocación de paneles en la calle del Príncipe en los que el gobierno local publicita la rehabilitación del Casco Vello, el grupo nacionalista ha denunciado la progresiva degradación del barrio en los últimos tiempos debido a aspectos como una mayor inseguridad y menor limpieza. Sobre esta última, vecinos y hosteleros del barrio antiguo comentan que no hay más que pasar por la calle Fermín Penzol, frente a la biblioteca central y junto al edificio del Arco de Quirós, para ver día sí y día no los contenedores desbordados de basura o los vertidos repartidos a lo largo de la calle, además de olor a orín existente en todo el entorno.