Katia Griffiths Pereira-Borrajo, de familia viguesa, será la única representante española en la modalidad de esquí acrobático de los Juegos de Invierno
24 ene 2014 . Actualizado a las 12:33 h.Antes de cumplir su sueño en Sochi, la esquiadora Katia Griffiths Pereira-Borrajo apura los últimos días de entrenamiento en Suiza. A la presión de ser la única representante española en la modalidad de esquí acrobático (en halfpipe) se suma el hecho de que esta disciplina se estrene como olímpica.
La deportista acude a los Juegos de Invierno con otros 20 compañeros españoles, con la ilusión de subir al podio y, sobre todo, de dejar la huella gallega de su familia en la ciudad rusa. Pese a nacer en Londres, su relación con Vigo ha sido y es constante. Es el lugar de origen y residencia temporal de su progenitora, perteneciente a una familia muy conocida. Su bisabuelo, el abogado y juez Enrique Pereira, no solo fundó la Asociación de la Prensa en Vigo, sino que hizo todo lo que estuvo en su mano por la cultura.
Fue en un instituto vigués donde Katia Griffiths cursó bachillerato antes de que se viera obligada a residir en ciudades en las que entrenaba y competía. Para sacudirse la morriña regresaba puntualmente todos los veranos a disfrutar de las playas, costumbre que sigue manteniendo.
De su tenacidad dice mucho que acabe de competir con una rodilla lesionada para mantener su puesto en Sochi. Desoyó la recomendación de los médicos de no esquiar hasta febrero y se empeñó en hacerlo por no perder puntos y lograr su objetivo.
El contacto con la nieve fue prematuro: «Empecé con cinco años en Andorra. Siempre me encantó porque me gustaba estar lejos de casa y era como unas vacaciones».
Al acabar el bachillerato se trasladó a entrenar a Nueva Zelanda y posteriormente a Estados Unidos. «Estuve como monitora y me financiaba los primeros años», comenta.
Al principio hacía un poco de todo y probó varias modalidades hasta que en los últimos seis años se concentró en halfpipe. «Es como una especie de medio tubo, te lanzas y haces entre cinco o seis saltos de figuras», explica la esquiadora. A la hora de la valoración se tienen en cuenta aspectos como amplitud, altura, estilo y técnica. «Como hasta este año no ha sido deporte olímpico, nunca tuve la oportunidad y es un sueño ir a Sochi. Lo pensaba desde pequeña, pero no sabía en qué deporte». Confiesa que está un poco nerviosa, porque, además de tener que entrenar y mejorar, debe evitar lesiones, «lo más difícil en este deporte». Siente no tener el respaldo directo de su familia durante la competición, con lo que estaría más relajada. Por motivos de seguridad ha preferido que no viajen a Sochi. «A nivel de deportistas creo que habrá seguridad, no me da mucho miedo porque piensas en otras cosas; pero desconozco cómo será la seguridad para los visitantes y prefiero que no vengan», responde a la pregunta de si le preocupa la seguridad ante los actos terroristas registrados.
Ahora Griffiths solo piensa en sacar provecho del esfuerzo que le han supuesto los entrenamientos iniciados tras los Juegos de Vancouver y en presumir de raíces gallegas en el podio.