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Galería Visol muestra una notable exposición del arte pop más ingenioso
16 jun 2014 . Actualizado a las 06:00 h.«Creo que todo se resume entre lo que parece ser tan rígido y los clichés y el hecho de que el arte, en teoría no debe ser como el mío», Lichtenstein.
Hasta el 18 de julio, y en la acreditada Galería Visol, puede visitarse la notable exposición de Jorge Agra, una inmersión en el pop art mas ingenioso para combatir el implacable infierno de la apatía inmovilista; a través de 21 obras que son una crónica política y cultural, una manifestación plástica de la cultura pop en las apropiaciones de personajes y productos culturales alienándolas de su contexto y aislándolas a través de aguda ironía y un brutal impacto expresivo para alcanzar una postura crítica de la sociedad de consumo y los intereses de la cultura popular, insaciable, voraz y efímera.
Las imágenes distorsionadas extraídas de los mass media, Internet y revistas se presentan sobre fondos de color plano que las despoja de cualquier vinculación emocional. Traduce distintas propuestas estéticas sincréticamente y las fusiona y reinventa en productos industriales, iconos y embalajes en intención desapasionada por la yuxtaposición de diferentes elementos contradictorios, en una cuatricromía de amarillo, rojo, azul y negro sobre la negación de color del blanco, aplicado siempre plano con la trama de puntos Ben Day que lo aproxima al mundo del cómic y gran nitidez en el trazo y la construcción de los volúmenes, en las formas manipuladas computerizadamente y trasladadas al lienzo mediante la utilización de plantillas sobre las que el acrílico se aplica en campos de color, generando imágenes de incisiva denuncia no exenta de provocada banalidad, convirtiendo tanto en extensión como en expresión conceptual al icono en elemento dadaísta; repudiado y divulgado, paradójicamente por los artistas americanos del pop de los 60.
Agra, como Lichtenstein, mantiene negros los contornos y utiliza los símbolos estandarizados y arquetipos sociales presentando una crítica descarnada de una mundialización saturnina, desmemoriada, consumista y uróbora. Así, desnuda a la goyesca Maja sobre una estufa de butano y la figura se recorta (con tijera) sobre un fondo gris de insulsa complacencia siguiendo la línea de puntos y con el ajado gris avejentado de la memoria, Franco con espuelas cabalga en el carrusel multicolor de pintadas anarquistas como un condotiero bizarro y sedente en Tío vivo.
Hirohito representa avergonzado un harakiri público tras su comparecencia con la derrota de una sangrante nariz de payaso en la bandera de Japón; Stalin cambia la hoz y el martillo por una desbrozadora y un martillo mecánico bajo una lapidaria M de McDonalds, mientras Kennedy absorto obvia la alarmante llamada de un teléfono rojo que chirría bajo una onomatopeya gráfica de tipografía vibrante que remite a Lichtenstein y al Equipo Crónica en el apropiacionismo de imágenes. El Halcón urinario nos transporta al dadaísmo de Duchamp, pionero en exponer objetos ordinarios, fabricados en serie y reconvertidos en obra de arte, o pintar un bigote en la cara sorprendida de la Mona Lisa, al legado proletario de Léger y al mundo del cartelismo por las tipografías fragmentadas y los ejes direccionales.
En Vostok1, Gagarin bajo un fundente reloj de Dalí se mantiene ingrávido en el espacio. Agra nos introduce en una timba clandestina de cine mudo iluminada por el ojo bombilla de Dios de Picasso con gran incandescencia, a Miró como ardiente sol de Tenerife, parafrasea a Magritte en Ci n?est pas une guerre, trasladando el tema a Vietnam y la portada de Warhol del álbum: The Velvet Underground and Nico, calcomanía de un plátano pelado al descubrirse. El golpe de Estado de Pinochet en Chile que derrotó a Allende y con él la democracia. Arafat se convierte en Ringo Star y un pastor alemán arranca el brazo mutilado del soldado de Picasso tras el bombardeo de Guernica. Jesucristo da una rueda de prensa y el Rey emite un discurso sobre un fotocol publicitario. Antitaurino, La vaca Laura critica la política deshonesta de la publicidad engañosa.
crítica de arte