
Dos crías, abandonadas por sus padres, se recuperan en Cotorredondo
27 ago 2014 . Actualizado a las 09:57 h.Es una historia digna de un cuento de Disney. Dos matones, en este caso, unos perros sueltos, que se meten en casa de una familia sin medios para defenderse, un nido de chorlitejos, una especie de pájaros que anidan en las dunas de A Lanzada. Los perros molestan tanto que al final, la pareja de chorlitejos adultos desespera de poder salvar a su prole y para evitar ver su fin, abandonan el nido y su entorno con tres pollitos a punto de romper el cascarón. Esta historia ocurrió hace unos días en la playa, donde estas aves acostumbran a hacer sus nidos y cuidar de sus crías entre los meses de abril y agosto. El chorlitejo, conocido en gallego como la píllara das dunas y con nombre científico de Charadrius alexandrinus, es una especie protegida en la legislación española y gallega. De hecho, A Lanzada es uno de los hábitats de esta especie en peligro y, otra de las razones aparte de la bandera azul que ya debiera ser suficiente por sí sola, por las que están prohibidos los perros sueltos en este arenal.
Alguien desobedeció esta norma y la tragedia se cernió sobre esta familia de pájaros. Lo ocurrido con este nido puede pasar con muchos otros que no tienen la fortuna de tener cerca a algún voluntario ornitólogo que advierta de la situación. En el caso de este nido en concreto, cuando los perros se fueron, sobre la arena quedaron tres huevos que estaban a punto de eclosionar. Nacieron tres crías, que no ocupan ni la mitad de la palma de una mano. Pero no había nadie para darles la bienvenida a este mundo. Sus padres habían abandonado el nido, los perros ya se habían marchado, sus dueños ni les habían prestado atención, y solo unos voluntarios que estaban cerca se dieron cuenta de que si no intervenían el destino de estos pequeños huérfanos era fatal.
Cogieron a las crías y se pusieron en contacto con la Consellería de Medio Ambiente, que dispuso su traslado al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Cotorredondo, en el marinense lago de Castiñeiras. Allí llegaron los tres hermanos, pero nadie se había muchas ilusiones sobre su futuro. Tenían unas horas de vida, no habían comido y sin el cuidado de sus padres, el objetivo de sacarlos adelante parecía muy complicado.
Efectivamente, se cumplieron los peores presagios cuando una de las crías no pudo aguantar la prueba y sucumbió. Los dos supervivientes, sin embargo, pudieron adaptarse a los cuidados de Cotorredondo. El personal del centro les alimentó, desde el primer día, de forma manual porque, por saber, los polluelos no sabían ni cómo se comía. Ahora, dos semanas después del drama familiar del nido, ya se han desarrollado lo suficiente como para comer solos.
En su nuevo hogar, se ha recreado un ambiente similar al natural con arena de la playa y ramas. La idea es que no se sintiesen excesivamente desplazados del entorno normal de su especie y así facilitar su adaptación para su próxima devolución a la naturaleza.
En breve, se les trasladará a otro habitáculo de mayor tamaño. Tanto el alimento proporcionado, como la arena, son de la playa y elegidos respetando su hábitat. La idea es volver a soltarlos cuando sean mayores. Al menos, en esta parte de la historia, parece que el final sí será feliz.
reportaje los perros espantan a los chorlitejos que anidan en la playa