Safier, la imposibilidad de escribir una novela divertida sobre el Holocausto
FIRMAS
El escritor alemán que vende millones de libros con sus comedias cambia de registro radicalmente para contar una historia sobre el gueto de Varsovia
04 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.A pesar de que ha roto todos los pronósticos con su media docena de novelas comedia, de las que ha vendido varios millones de ejemplares, admite la imposibilidad de escribir un libro divertido sobre el Holocausto. «¿Humor en el campo de concentración? No me siento capaz, y no quiero sentar cátedra». Es David Safier (Bremen, 1966), y visitó ayer Galicia para participar en A Coruña en el ciclo Libros en directo, al que llegó con 28 días (Seix Barral), un salto al vacío, un giro radical en su brillante carrera para narrar una historia sobre la sublevación del gueto de Varsovia de 1943. Nada de bromas.
Recurre a Ha vuelto, una ficción humorística del periodista Timur Vermes sobre Hitler que arrasó recientemente en Alemania, para explicar que en su país es frecuente este tipo de obras que ridiculizan al personaje por la vía de la descontextualización: Vermes hace despertar al Führer en el 2011 desorientado en un descampado de Berlín. Recuerda que hasta los cineastas Lubitsch (con Ser o no ser, 1942) y Chaplin (El gran dictador, 1940) afirmaron tiempo después que nunca hubieran rodado tales filmes de haber sabido lo que ocurría en las factorías nazis de exterminio. Es más, asegura que no ha visto la película de Roberto Benigni La vida es bella porque no concibe casar humor y campo de concentración.
Él decidió aparcar por un tiempo el tono divertido para relatar la peripecia de Mira, una estraperlista de 16 años recluida en el gueto de Varsovia. Una novela seria con la que, acepta, se arriesgaba a perder sus lectores, pero «también aspiraba a conquistar otros diferentes». Así fue. Y, dice, le resultó más fácil acometerla que las comedias, que, considera, «son un trabajo mucho más duro, y el proceso de reescritura es más largo y laborioso, porque en comedia un diálogo solo hay una manera buena de escribirlo».
«¡Elijamos cómo morir!»
Hacía veinte años que esta historia de Mira le rondaba la cabeza. Leyó mucha literatura testimonial, mucho ensayo histórico, demasiado áridos. Quería llegar a la gente joven, utilizando su lenguaje sencillo, directo, planteando una narración adictiva, casi de aventuras, de suspense. Y pretendía, «sin abandonar la verdad, sin inventar», establecer una conexión emocional con las víctimas, con los supervivientes. Entre sus prioridades, empeñó las de describir sus emociones libremente, reflejar la vida diaria del gueto y que el relato plantease a su vez aspectos como la posibilidad del amor en circunstancias tan extremas. Sin olvidar el dilema clave: «Vamos a morir, ¡elijamos cómo morir!», lo que conlleva optar en vida por cómo encarar la existencia bajo la bota nazi, si sacrificarse por los demás o jugarlo todo a la carta de la supervivencia propia. Y evoca al pedagogo Janusz Korczak, que «decidió permanecer con los 200 niños del orfanato para acompañarlos y asegurar su confort hasta el último aliento».
Dice Safier que la recepción de 28 días está siendo buena, y cree que a su padre, vienés descendiente de judíos polacos, también le hubiese gustado. «Aunque me hubiese dicho que lo firmase con un seudónimo; vivía entre alemanes pero no acababa de fiarse de ellos, hasta el final». Su abuelo paterno murió en el campo de concentración de Buchenwald y su abuela, en el gueto de Lodz. «Aunque todo esto no fue decisivo para encarar la novela, durante y después de la escritura descubrí y me replanteé muchas cosas. Si sometiésemos el libro a psicoanálisis, esto afloraría».
Safier ansía volver a la comedia.