En la grada del Pazo se vivió un auténtico sufrimiento, pero a la vez se pudo disfrutar de, a mi juicio, el mejor ambiente de la temporada. En un partido con aroma a final, en ciertos momentos de dificultad, el empuje de la grada ayudó al equipo, sin duda.
El guion del partido fue el esperado. Mucha intensidad, mucha emoción pero poca brillantez en el juego ofensivo. Breo, aunque sin gran acierto, generó situaciones buenas a partir del bloqueo directo con un inspirado Sergi García. Palencia sabía que los lucenses iban a querer correr y se aplicó mucho en las transiciones defensivas. Además el cuadro que dirige Veljko Mrsic pecó de ansiedad en algunos contraataques fallando situaciones cómodas.
En el segundo cuarto los visitantes fueron capaces de encontrar a su referente interior, Pasecniks, cuyos cortes al aro eran muy cómodos entre los defensores breoganistas. La ventaja que tomaba el Palencia, de diez puntos, hacía retornar las dudas al Pazo. La vuelta de algunos jugadores del quinteto titular a la pista como García, Nakic y Momirov hizo reaccionar al equipo y ponerse cerca en el marcador antes del intermedio.
En la segunda parte el equipo inició de nuevo con dudas. Muchas de ellas venían por la falta de aportación en anotación de Ben McLemore. En un partido igualado y de puntuación baja, su figura era clave. Y apareció, para anotar canastas importantes en la segunda parte. Mientras nuestros anotadores no aparecieron, el equipo se sostuvo a través de la defensa y el rebote. Gran trabajo de los Quintela, Polite, Fernández y Sakho. Este último estuvo inmenso en el apartado reboteador.
Un triple importantísimo de Stefan Momirov, con el equipo un poco atascado, contra defensa en zona, y otro de Ben McLemore hicieron poner una distancia en el marcador que en un partido a pocos puntos, ya fue definitiva. Confiamos en que esta victoria dé confianza para afrontar los partidos que quedan. Hay que seguir luchando porque va haber batalla hasta el final, pero con nuestro equipo y el Pazo, vamos a por ello.