Lluís Costa: «Es la mejor temporada de mi vida con mucha diferencia»

MILLÁN GÓMEZ

FORZA BREO

Victor Quintana

El base barcelonés, rival del Breogán, promedia 11,5 puntos y 5,1 asistencias

26 abr 2024 . Actualizado a las 20:12 h.

Lluís Costa Martínez (Sant Just Desvern, 1993) cumple su cuarta temporada en Granada. El ex jugador del Obradoiro está rindiendo a un nivel espectacular. 12 asistencias ya en la primera jornada en casa contra Murcia o mismamente 24 puntos en Sar. El Breogán visita al Granada este sábado (18 horas, Movistar Deportes).

—¿Cómo está el Granada después de la victoria en Palencia?

—Pues muy bien, la verdad, muy bien. Cuando estás en la parte de abajo cada victoria te da un aire que es difícil de explicar si no estás ahí abajo o no lo has vivido antes. Nos da mucha confianza. Ya en el partido contra Valencia en casa dimos síntomas de que el equipo estaba bien y la victoria del otro día lo confirma. Pese a que Palencia es último, es una cancha donde es muy difícil ganar. En Palencia han perdido equipos como Gran Canaria y el Barça estuvo a punto de perder. Sabíamos que prácticamente era la última bala de ellos para salvarse. Fue una victoria de mucho mérito.

—¿Cuáles fueron los aspectos positivos para ganar en Palencia?

—Hicimos un partido muy serio, con pocos errores, utilizando muy bien las faltas tácticas, que era algo que nos habían mandado y enseñado en vídeos, y era algo que nos estaba costando. Por ejemplo, en el primer cuarto las primeras cuatro faltas que hacemos no son de tiro. Era algo que nos estaba costando últimamente. Son detalles que son muy importantes. La llegada de Scott Bamforth nos dio un aire fresco que necesitábamos porque Will Barton no fue lo que nos pensábamos todos. Estuvimos todo el partido por delante. En el último cuarto, cuando se nos ponen a seis o siete puntos, no cometemos errores. 

—Scott Bamforth hizo mucha piña y fue un líder en el Breogán. ¿Lo percibe ya así en Granada?

—Sí, sobre todo veo que hace lo que sea para adaptarse. La etiqueta de líder aquí de momento no se ha visto quizás tanto porque ha llegado avanzada la temporada y el contexto es distinto, pero dentro de la pista, sin duda. Se ve ese papel de que quiere ayudar, de que quiere hacer todo lo posible para que el equipo gane y es súper importante. Estuvo en el Breogán el año pasado. Jugó en Bilbao, Murcia y Sevilla. Sabe lo que nos llevamos entre manos en este final de temporada, sabe lo que hay que hacer para ganar. 

—Está realizando una temporada tremenda con un inicio esplendoroso con actuaciones soberbias. ¿Cómo se encuentra a nivel de rendimiento y a nivel personal?

—Muy bien. Es la mejor temporada de mi vida con mucha diferencia. Como bien dices, es la suma de muchos factores, no solo de sentirte bien en la pista, sentirte bien físicamente, sino sentirte a gusto fuera  de ella, que todo te acompañe. Son muchos factores que influyen en el jugador y que la gente no ve. Empecé muy, muy, muy bien. Era un poco incluso irreal. Cuando quizás luego bajé un poco el nivel la gente decía: “Coño, que Lluís ha bajado” y yo decía: “¿Cómo no voy a bajar?” Era un nivel prácticamente imposible de mantener. Si cogemos los números que hacía en la parte que teóricamente bajaba y los comparamos con el año pasado seguro que incluso estaba jugando mejor, no lo sé. Yo entiendo que la gente, sobre todo la gente de Granada, se acostumbra a lo bueno, y yo lo entiendo, pero ahora he vuelto a estar a un nivel muy alto, físicamente me encuentro espectacular y, volviendo a lo que has dicho tú, fuera de la pista estoy muy a gusto, son ya cuatro años aquí en Granada y muy bien. Al principio de la temporada, Yiftach Ziv llegó como base titular y no se adaptó y no cumplió las expectativas que había fijadas en él y yo me aproveché de eso en el buen sentido. Yo estaba ahí, llevo mucho años, ya sabía lo que quería Pablo (Pin) y cogí el hueco de titular que me dejó Yiftach Ziv. Muy contento por la temporada que me está saliendo, pero falta poner la guinda al pastel. 

—¿Qué destacaría de Pablo Pin?

—Todos los jugadores que yo he visto pasar por Granada quieren renovar. Elias Valtonen venía de no tener mucho protagonismo en Manresa y aquí se está viendo un Elias que no se había visto antes. Entonces, saca lo mejor de todos los jugadores, te da mucha confianza siempre y cuando cumplas con las cosas que él quiere. Si tú cumples él te lo da todo. A mí personalmente, al haber sido él base también durante su época como jugador hace que nos entendamos y vemos el baloncesto de una forma muy parecida. Esto a mí me va muy bien. Si tú cumples con lo que él te pide, él después en ataque te deja jugar, te deja equivocarte y esto es súper importante para que un jugador juegue bien y disfrute en una cancha. 

—¿Cómo se encuentra con Christian Díaz u otro manejador en pista?

—Mira, nosotros precisamente aquí en Granada siempre hemos jugado con dos manejadores en pista hasta esta temporada que, cuando se fue (Joe) Thomasson nos tuvimos que reinventar un poquito. Pablo es de los que le gustan dos manejadores. Y ahora desde que se fue Thomasson, pues estuvimos muchos minutos jugando con (David) Kramer de dos y Elias Valtonen de tres. Yo soy de los que me gusta jugar con dos manejadores, pero es verdad que también la Liga ACB físicamente es muy exigente y nosotros en Granada no somos  tan buenos en esta faceta. Entonces, esto nos ayudaba a igualar un poco el nivel físico de otros equipos. El otro día vimos, por ejemplo, que Valencia jugó contra nosotros con Chris Jones de base, con (Justin) Anderson de dos , y con (Víctor) Claver y Semi Ojeleye de tres. Entonces, te decías: “Estos son animales”. Ahí nosotros sufríamos. Me he acostumbrado y ahora me cuesta no jugar con otro manejador. Y en momentos puntuales le digo: “Ahora sí, Pablo, por favor, pon otro manejador, que a mí me va bien, suelto un poco el balón, no tengo que generar yo continuamente desde el bloqueo directo y me da mucho aire”. Entonces, a mí me encanta. Y, de hecho, no sé si se ve por la tele, pero la semana pasada precisamente en Palencia, quedan dos minutos o minuto y medio y le pido que me ponga otro manejador porque están subiendo líneas, veo que sacan pequeños para presionar, le digo que ahora y me los saca al instante. Es gracias a jugar con Cristian Díaz, básicamente. Llevo cinco años ya jugando con él. Los dos somos pequeñas, pero somos muy complementarios, somos muy distintas en la cancha. Desde que estamos juntos, hemos cumplido todos los objetivos que nos hemos marcado como equipo y nos entendemos a la perfección. Entonces, a mí me encanta,, pero sí es cierto que ahora actualmente por circunstancias nos hemos tenido que adaptar a otro formato, pero que no deja de gustarnos más jugar con dos pequeños.

—Me comentaba Christian Díaz que Pablo Pin escucha las propuestas de los jugadores.

—Sí,  esto actualmente es primordial. No solo en el baloncesto, sino en todos los trabajos. El jefe debe escuchar al trabajador, al final es el que está a pie de campo. No se ve de la misma manera que se ve en el banquillo y viceversa. Pasa en cualquier trabajo. Hay que escuchar al trabajador. El entrenador es el que decide porque también tiene una perspectiva más de fuera y valora más cosas quizás que el jugador. Pablo siempre está predispuesto a escuchar y porque entiende que todos los jugadores intentan decir lo que creen que es mejor para el equipo. Es algo muy bueno que los entrenadores hoy en día escuchen al jugador. Antes no se hacía tanto, quizás era como un poco más unilateral, de ablandarte o dejar pasar al jugador por encima. Es absurdo. Los entrenadores modernos ven esto, sobre todo los que han sido jugadores. Creo que ahora lo hacen todos. Es algo bueno que los entrenadores actuales hayan cambiado.

—¿Qué destaca de Christian Díaz?

—Es un poco, en el buen sentido de la palabra, la anarquía. En un partido trabado, de malas sensaciones, te sale él y parece que juega otro partido. Un poco como (Nico) Laprovittola en este aspecto, que a veces parece que el partido no va con él, pero en el buen sentido de la palabra, que se evade de cualquier cosa externa y de repente te mete siete, ocho puntos seguidos. Y te dices: “Coño. con lo que nos estaba costando anotar y sale él y lo ve todo fácil”. Y también la mentalidad, lo fuerte que es mentalmente. Los jugadores que hemos estado en LEB, que nos ha costado tanto llegar hasta aquí, pues mentalmente nos ha hecho fuertes. Por ejemplo, vemos que esta temporada no ha tenido quizás una regularidad constante durante toda la temporada y, de repente, le pasan del dos al base y sale contra Andorra y es MVP de la jornada. Para ser el MVP de la jornada en la ACB lo bueno que tienes que ser. Él va a la suya, sabe muy bien lo que hace bien y lo que hace mal dentro de la cancha. Haya pasado lo que haya pasado dentro de ese partido o en el pasado él hace lo que tiene que hacer. Sobre todo en los malos momentos. Es como que a él no le importa. 

—¿Cómo vivió usted su proceso de ganarse un puesto consolidado en ACB? 

—Sí, fue difícil al principio. Llegué muy, muy joven a la ACB. Fiché con 22 años y debuté con 23 en Manresa. Yo ahí lo veía normal. Ahora lo veo con el tiempo y un jugador de 23 años es un niño. En la ACB hay muy pocos jugadores jóvenes españoles. Cuesta mucho hacerse un hueco. Y llegó un momento que me obligaba a mí mismo a ser un jugador ACB porque en mi generación también hay muchísimos y había aún más,. Recuerdo que fui con la selección sub 20. Yo estaba en Huesca en LEB, pero creo que había siete jugadores en ACB y jugando minutos. Yo veía que era obligatorio estar en ACB y que yo era el raro. Y no, los raros eran ellos al estar en ACB con diecinueve años. Cuando aprendí esto fue cuando empecé a disfrutar de la LEB y vi que si al final no tenía la suerte de consolidarme en ACB, porque llegar ya había llegado, tenía que aprender a disfrutar de la LEB Oro. Disfruté mucho cuando entendí que era un privilegiado incluso estando en LEB siendo importante en la categoría consiguiendo cuatro ascensos. Y eso me hizo que disfrutara más y que jugara mejor. Y eso me abrió la puerta a que Granada me diera la oportunidad de jugar en ACB, pero teniendo minutos, siendo importante. Esto es primordial porque al final si no tienes oportunidades reales de jugar cómo te vas a hacer un hueco. En este aspecto estoy muy orgulloso de mí mismo, de decirme que el año del covid estaba en LEB Plata y ahora mismo estoy en ACB y consolidado. Al final cada uno tiene su camino, a veces nos puede parecer que vamos tarde, pero que cada uno tiene su camino, o quizás no llegas. Hay que aprender a disfrutar de lo que tenemos, esto lo aprendí un poco tarde, pero al final nunca es tarde. Estoy muy contento, disfrutando como un niño chico, Voy al Sar, viendo el himno te juro que miro al público y lo disfruto, lo que me ha costado y quizás sea el último, nunca se sabe. O el otro día en Palencia, lo mismo. Y cuando voy al Palau, que para mí siempre es especial, lo disfruto y me centro en disfrutar de cada momento, que me ha costado mucho llegar hasta aquí. Es como mejor salen las cosas, al menos a mí.

—¿Fue especialmente frustrante encadenar dos ascensos con dos equipos y no jugar en ACB? Y el anterior con el Burgos. 

—Sí, fue frustrante porque, además de los dos que dices, ya venía de uno en Burgos, que luego el club desaparece. De hecho, nosotros estábamos ahí jugando y estaban construyendo el pabellón nuevo en la plaza de toros al lado. Y nosotros teníamos la ilusión de de jugar ahí. Pero no pudo ser. Después en Manresa, cuando estoy ahí, descendemos y es el primer año que se consuman los descensos. Todo salía al revés .Después, asciende otra vez, yo acabo contrato con Manresa, todo iba al revés. Y ahí ya, la verdad, me olvidé un poco de jugar en la ACB, ya lo veía muy lejos, me decía que ahora ya nadie me iba a dar la oportunidad. Incluso, de hecho, en mi primer año aquí en Granada fui MVP de la LEB. Perdemos el último partido de play-offs contra Breogán. Ahí no tuve ninguna oferta en la ACB. Ahí me dije que como no suba yo con Granada aquí nadie me ficha, Conseguí subir y ahora parece que ya me he hecho un hueco, pero costó, costó lo suyo. Y el año del Barça B en LEB Plata me sirvió para volver a disfrutar del baloncesto. Yo siempre esto se lo agradeceré mucho a  Diego Ocampo. Llevaba mucho tiempo estando fuera de la familia. Y estar ahí en casa con mis amigos, con mi familia, estar ahí cerca de ellos me dio como el oxígeno para volver a intentarlo. Yo decía que si no me llegaba una oportunidad, una oferta, que a mí me hiciera ilusión, no hablaba de dinero, hablaba de un proyecto, no me movería. Llegó Granada, yo sabía por Joan Pardina que tenían la ilusión de ascender y que estaban haciendo las cosas muy bien, que iban haciendo pasitos cada año pequeños, pero firmes. Y no lo dudé. Cuando llegué aquí vi que había caído de pie en el sitio y que las cosas iban a ir muy bien, y así fue. 

—¿Cómo analiza al Breogán?

—Creo que es un poco como el Granada. El primer año es el de Musa y Trae Bell-Haynes, se meten en Copa y no se meten en play-offs por las lesiones de Musa y Bell-Haynes. El año pasado también hacen un temporadón, se meten incluso en Champions League. Y este año, pues un poco más complicado, han tenido muchas lesiones, han tenido que hacer muchas incorporaciones, muy mala suerte con las lesiones, pero así a todo están ahí. Ellos tienen una cosa muy, muy, muy importante, que es la masa social que le sigue y la afición que tienen que hace que en casa sea un poco su fortín. Han tenido muy mala suerte en el partido de Baskonia hace dos semanas e incluso esta última semana lo mismo. Nosotros también, con un poquito más de suerte tendríamos un par de victorias más y no estaríamos sufriendo, el partido del sábado no sería trascendental.

—¿Algún jugador del Breogán le gusta especialmente? 

—Sergi García está haciendo un temporadón increíble. Tiene un talento espectacular, le ha ido muy bien dar este pasito para atrás, lleva dos temporadas muy, muy buenas. Llevaba unos años que quizás, como me pasó a mí, no encontraba su sitio. Y en Lugo lo ha encontrado, está enseñando el talento que tiene. Están los Quintela, que para mí son el alma del equipo. A Jordan Sakho yo le tengo mucho cariño, es un tío espectacular, la afición ya lo conoce y siempre está a disposición del equipo. Justin Robinson es un base muy bueno, aún no ha acabado de explotar, pero tenemos que tener mucho cuidado con él. Es un jugadorazo. 

—¿Cómo recuerda su etapa breve en el Obradoiro? Asciende con el Betis y viene a jugar el final de liga. Juega 7 minutos totales en 3 partidos. 

—Sí, jugué minutos de la basura, pero fue una experiencia que sumas y, después de estar tantos años que nadie te llame, pues yo fui encantado, jugara poco o nada, pero para mí fue una experiencia muy chula, al final nos salvamos no por nuestros resultados, sino más por el resto, porque no conseguimos ganar ni un partido, pero son experiencias que te metes en la mochila. Fue una experiencia muy beneficiosa. Yo iba a conocer al cuerpo técnico y a los  jugadores de allí. Con el cuerpo técnico aún me hablo y me escribo porque yo no los conocía de nada y son gente maravillosa. En cuanto a los compañeros, me llevé amigos. Es una masa social muy, muy fiel. Pese a no ganar, cada partido nos aplaudían, no se escuchó ningún silbido y ahora mismo en este baloncesto no es normal.

—¿Qué destacaría de Moncho Fernández, de Gonzalo Rodríguez y de Víctor Pérez?

—Los veo reflejados un poco como los de Granada. Llevan muchos años. Al llevar tantos años ahí en la élite sin nunca haber descendido siendo los mismos de siempre tiene un mérito fuera de lo normal. Y creo que la gente no es consciente de ello. Lo vimos en Andorra hace dos años, incluso Gran Canaria hace cinco años el año que jugaron Euroliga estuvieron a punto de descender. El trabajo que están haciendo en Santiago es espectacular. Incluso aquí en Granada pasa lo mismo, la gente crítica a Pablo Pin, pues yo no soy capaz de entenderlo, siempre he dicho lo mismo. Un entrenador de la casa, que es de Granada, que te ha llevado a la élite desde primera nacional, es capaz de haberte llevado a ACB, mantenerte en ACB y aún hay gente que lo critica porque perdemos. 

—¿En algún momento de su carrera le hizo oferta el Breogán? 

—Sí, me hizo oferta. Es el año que al final me voy a Hungría. Es el año que no terminamos por el covid. Tuve oferta ahí del Breogán, lo que pasa que en ese momento estaba un poco desencantado. Pensé que si ascendíamos, Christian (Díaz) tenía contrato y yo vi que no me iban a renovar si subíamos. Vi que no era mi sitio. Por eso me acabé yendo a Hungría. Sabía que Christian tenía contrato y me que dije que por mucho que subamos era otra vez lo mismo. Sería el tercer año seguido que me pasara eso y no lo quería.

—¿Cómo recuerda su etapa en el Barça? Y más siendo de Sant Just Desvern, cerca del Palau y de la ciudad deportiva. 

—Muy bonita, una época muy chula. Cuando me quisieron fichar en infantiles tenía la opción de ir a la Penya, pero yo siempre había sido culé de toda la vida. Jugando en la Penya igual era más fácil llegar al primer equipo, pero si eres infantil y piensas en jugar en ACB creo que te equivocas. Como tú dices, Sant Just Desvern está al lado y a nivel logístico era mucho más cómodo. De pequeño ponerte la camiseta del Barça es algo espectacular. Encima, pude pasar por todas las categorías, desde infantil hasta el Barça B, me faltó el primer equipo. Es una cuestión de supervivencia el aguantar ahí y eso te hace muy fuerte y duro mentalmente.

—Jugó incluso en 2010 con la selección 3x3 los Juegos Olímpicos de la Juventud en Singapur. ¿Esta modalidad le ayudó en el 5x5?

—Fue una experiencia brutal. Es un deporte totalmente distinto. A mí, con total sinceridad, no me gusta jugarlo, y en ese momento no recuerdo si me ayudó o no porque ya fue hace muchos años.Pero seguro que el dinamismo sí que te ayuda o la capacidad de uno contra uno seguro que te ayuda. Pero, personalmente, no es una modalidad que me guste la del tres por tres. Entiendo que enganche porque es muy dinámica, es muy vistosa. Si en el baloncesto ya siempre pasan cosas, pues imagínate en el tres por tres. Pero recuerdo esa experiencia que fue, te lo juro, de las mejores que he vivido como jugador porque fue algo totalmente distinto.

—Me consta que tiene inquietudes más allá del baloncesto, como los hostales. ¿Qué le aporta vitalmente? ¿Se ve dedicándose solo a eso o también vinculado al baloncesto?

—Me ayudó mucho. Hay una cosa que yo siempre digo, yo odio cumplir años. El día de mi cumpleaños te juro que es de los peores días de mi vida o del año. No lo soporto. El jugador de baloncesto tiene una vida corta. El día de mañana es una incertidumbre porque no hemos ganado como para retirarse ni para hacer grandes inversiones. Ese runrún ahí en la cabeza no me dejaba dormir tranquilo por las noches. Y ahora el hecho de ya tener este camino hecho para el día de mañana me ha dado una tranquilidad también a la hora de jugar que antes no tenía. Sé, al menos, que no me faltará pan para comer. Estar las veinticuatro horas del día pensando en baloncesto no es sano para nadie. Es una vía de escape. Es muy bueno para la cabeza. A mí me ha ayudado mucho. El tema empresarial siempre me ha llamado mucho la atención desde muy pequeñito. Ya le decía siempre decía a mi abuela y a mi familia que íbamos a abrir una empresa de persianas porque íbamos en coche y todo el mundo tenía persianas en casa. Entonces, íbamos a llamarle persianas Comar a la empresa, que es Costa y Martínez, mis apellidos. Y, de hecho, actualmente la empresa que tenemos se llama Comar porque de pequeño lo decía yo. Y si en un futuro lo voy a compaginar con el baloncesto no lo tengo nada claro, la verdad. El baloncesto me apasiona, me vuelve loco y tengo claro que voy a ser abonado del Palau cuando me retire e iré a todos los partidos, pero no sé si me veo de entrenador, no creo que me vea, y no sé si la gente me vería, pero al menos sé que el mundo de los hostales me dará para comer y esto me da mucha tranquilidad.