El equipo lucense se entregó en el segundo cuarto y penó por la cancha hasta el final en uno de los peores partidos de su historia en la ACB
02 nov 2024 . Actualizado a las 23:31 h.En un partido para curar heridas, el Río Breogán salió con su orgullo y su autoestima por los suelos. La paliza que recibió fue de aúpa. Tras un primer cuarto digno, en el que discutió el dominio al Casademont Zaragoza, el equipo lucense sufrió un sorprendente apagón general en la segunda manga y de ahí al final padeció un doloroso vía crucis. Los locales jugaron 30 minutos a placer ante la incompetencia y la depresión de los visitantes en un partido para olvidar por el breoganismo.
Los protagonistas iniciaron el duelo con el punto de mira bien ajustado. Intercambio de canastas en la puesta en escena que dejó sendos triples de Bojan Dubljevic y Joaquín Rodríguez, por el bando local, y de Charlie Moore y Edin Atic para los breoganistas. El toma y daca parecía agradar a ambos equipos y en ese escenario se fue quedando atrás el Breogán por otro triple de Dubljevic y un par de ellos consecutivos de Santi Yusta. 17-10 y primer tiempo muerto solicitado por Veljko Mrsic, que exigió más intensidad a sus muchachos para salvar los bloqueos y evitar los tiros liberados de los anfitriones. Yusta abrió más brecha y Moore replicó antes de tomarse el primer descanso y dejar el timón a Erik Quintela. Desde el parón ordenado por Mrsic mejoró el Breo, sobre todo en defensa, y el parcial de 2-8 volvió a estrechar el marcador. Slaughter probó suerte por primera vez desde fuera de la línea de 6,75, acertó y situó el 24-18 al término de los 10 primeros minutos.
Hundimiento
Nackic, apagado hasta entonces, abrió la cuenta en el segundo acto con un 2+1 enseguida neutralizando por el Zaragoza, que se encomendaba a Bango para castigar la flojera breoganista en el poste bajo. Los locales volvieron a demarrar (33-23) y Mrsic detuvo de nuevo la contienda. Había que frenar al pívot angoleño de los visitantes, quien hizo ocho puntos en un pispás.
Crecían las dudas en el Breo, atascado en el marcador, y no perdían el acierto los hombres de Porfirio Fisac, que anotaban de todas las formas y maneras y zarandearon al Breo hasta coger una renta que se creía insalvable si los lucenses no mudaban su pobre imagen. Parcial de 32-11 en 600 segundos que situaba a los lucenses en el descanso frente a un horizonte desesperanzador (56-29).
Necesitaba el mono de faena el Breogán para invertir el panorama. Cuando menos, para lavar su imagen y no convertir en trámite las dos últimas mangas. Pero reapareció con el mismo traje, el de equipo vulgar. Huérfano de ideas en ataque, un chollo en defensa y con un juego interior extremadamente débil. El Zaragoza se recreaba favorecido por la actitud y rendimiento de un conjunto breoganista para el que el partido pasó a ser una tortura. Mrsic no arrojaba la toalla. Trataba de levantar el ánimo y dignificar la derrota con su pizarra, pero ya no había solución. Sus ejército llevaba ya mucho tiempo entregado y suplicando la compasión del conjunto maño. Al final del tercer cuarto, el Zaragoza doblaba en el marcador a los lucenses (84-42).
En el último cuarto se centró más el Breogán en frenar la hemorragia a partir de la defensa, más que explotar su ataque, pero le siguieron lloviendo canastas desde todas las posiciones.