El Río Breogán encajó una nueva derrota en el Pazo ante un gran equipo, muy bien trabajado, como es el Baxi Manresa. A pesar de que el conjunto lucense tuvo sus momentos para engancharse al partido, siempre fue a remolque del rival y no encontró la solidez necesaria para imponerse.
El inicio de encuentro fue muy flojo, algo que ya ha ocurrido esta temporada en otras ocasiones. Es un factor que debe analizar el cuadro técnico del conjunto lucense. Cuando los de Luis Casimiro van por detrás en el marcador aparece la precipitación ofensiva y los errores en lanzamientos liberados o debajo del aro.
Es verdad que Manresa impuso un nivel físico en defensa altísimo, tocando muchos balones sueltos, apretando las líneas de pase para obligar al Breogán a romper los sistemas y que no jugaran cómodos. Pero ante ese tipo de propuesta defensiva se necesita dar respuestas que en esta ocasión no se han producido. Las soluciones eran muy individualistas y buscando tiros muy forzados, sobre todo en la primera parte. El conjunto manresano pudo jugar en carrera, al ritmo que le gusta a los de Diego Ocampo.
El Breogán reaccionó un poco en el último tramo del segundo cuarto, con la entrada de John Egbunu, que demostró que va aportar lo que se espera de él: intimidación, rebote y continuaciones hacia el aro para finalizar con contacto. El resultado en el intermedio daba esperanzas a la parroquia celeste. Por momentos, el juego en ataque en la segunda parte fue mejor, con movimiento de balón y buscando los tiros liberados, pero el Breogán no puede jugar a intercambiar canastas porque el talento del equipo lucense es limitado. Entre los rebotes defensivos permitidos y los tiros liberados de los manresanos, se esfumó la esperanza de victoria.
Hay que dar tiempo a madurar esta idea que ofensivamente me gusta, pero creo que el equipo debe construirse en base a un mejor trabajo defensivo.